Llega a México el largometraje “Mi amigo el pingüino”

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Llega a México el largometraje “Mi amigo el pingüino”

TOMADO DE PROCESO.COM.MX

Por Columba Vértiz De La Fuente

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La película de ficción Mi amigo el pingüino (Estados Unidos, 2024), del brasileño David Schurmann, rompe los moldes al presentar pingüinos reales en actuación junto al francés Jean Reno y la mexicana Adriana Barraza, nominada al Oscar por Babel.

El filme, que se estrena en México desde el jueves 3 de octubre, está basado en un suceso real. En mayo del 2011 un pescador ya retirado, João Pereira De Souza, se encontró un pingüino en la playa Isla Grande, cerca de Río de Janeiro, inmóvil, desnutrido y cubierto de petróleo. Su muerte parecía inevitable. João se lo llevó a su humilde casa, lo limpió y curó. Cuando estaba fuerte para volver al mar, lo llevó a una isla cercana. Pero el pingüino regresó a su casa y el pescador lo llamó Dindim.

El ave regresaba cada verano a la casa de João. Lo hizo por ocho años. Nadaba desde la Patagonia, la punta de Argentina, donde los pingüinos De Magallanes crían a sus familias. La historia se dio a conocer en la televisión a nivel nacional e internacional.

En México, Schurmann (Pequeño secreto, The orient expedition, El mundo en dos vueltas y Desaparecidos) platica a Proceso que llegó a Mi amigo el pingüino de una manera muy diferente:

“La historia de João Pereira es muy famosa en Brasil. Yo estaba enterado, pero nunca compré los derechos, y ningún otro brasileño lo hizo, y un estudio estadounidense (Epic Pictures) vio la historia en internet y la compró. Cuando yo estaba haciendo la promoción de mi última película en Los Ángeles (Pequeño secreto), que representó a Brasil en el Oscar, un productor vio el filme y le gustó, y dijo: ‘Aquí está un director que tiene contacto con el océano, que sabe emocionar a la gente y es brasileño, puede que sea una cosa buena para nuestra película’.

“Entonces me llamaron. Me contaron que poseían la historia de João y Dindim, que les gustaría que yo fuera el director. Yo no lo podía creer. ‘¿Cómo?, ¿ustedes en Los Ángeles compraron la historia brasileña?’ La adquirieron en el 2016. Ahí me enteré del largometraje que deseaban hacer, y esperamos un trabajo que duró seis años”.

Schurmann creció en alta mar. Cuando tenía 10 años, su familia se convirtió en la primera familia brasileña en navegar la Tierra en su circunferencia en un bote de vela. Una hazaña que lograron visitando más de 60 países durante una década llena de acción, gracias a la cual Schurmann recibió una inmensa e inusual educación. De adulto, Schurmann se unió a sus padres y hermana en trazar la ruta de Fernando de Magallanes en un viaje en globo de 30 meses, seguido por millones alrededor del mundo.

Después aprovechó su espíritu explorador en la cinematografía, entrando a ese mundo como un atrevido y perceptivo documentalista. Pero siempre soñó en realizar una película narrativa. Cuando finalmente tuvo la oportunidad, hizo Pequeño Secreto, inspirada en la vida de su hermana adoptada que murió de sida a los 13 años, y se convirtió en la entrada oficial de Brasil a los Premios Oscar en 2016.

Schurmann también es parte de CEO de Voz de los Océanos, fundación dedicada a luchar en contra de la contaminación de plástico en los océanos.

Elenco internacional

-¿Cómo fue trabajar con el destacado actor Jean Reno y la célebre Adriana Barraza?

-Trabajar con un elenco internacional fue un sueño, porque Reno y Barraza poseen una experiencia larga, y cuando me dijeron que teníamos la oportunidad de trabajar con ellos, pensé: ‘¿En serio?, ¿podemos trabajar con gente tan increíble?’ Adriana leyó el guion y después hablamos por dos horas, y dijo: ‘Sí, quiero hacerla’. Le conté que era una película que tenía algo más que un pingüino y un pescador, que había una pareja y una historia de seres humanos que el pingüino salva, y entonces le pareció muy interesante. Es una persona muy especial e increíble.

“Y con Jean Reno fue muy parecido, fui a su casa en el sur de Francia. Pasamos una tarde. Le dije que no era una película normal, digamos para niños, que también había algo muy profundo para adultos. A él le encantó porque muy raramente le ofrecen películas de cosas muy distintas, siempre interpreta a un asesino o recrea a personajes que no tiene expresión, y aquí vemos a Jean Reno llorando, lo cual es muy raro. Entonces fue un regalo del universo que aceptaran”.

Schurmann sabía que sin importar lo maravillosos que fueran los pingüinos, solamente brillarían si los emparejaba con actores que pudieran transmitir la humanidad requerida en sus actuaciones.

Además laboran los actores Ravel Cabral y Duda Galvao (Brasil), Nicolás Francella, Rocío Hernández y Alexia Moyano (Argentina) y Juan José Garnica (Colombia).

Respecto a los pingüinos, Schurmann cuenta:

“Es muy difícil trabajar con pingüinos, no por los pingüinos, sino por todo su cuidado. Debe haber un protocolo muy severo para trabajar con animales, y para mí era muy importante que respetáramos al pingüino y sus horarios. Era muy complicado porque debíamos filmar hasta las tres de la tarde. Eran diez pingüinos. Teníamos un protocolo muy estricto a seguir. Normalmente en una película se avanza y avanza y avanza, y aquí se debía de tener mucha calma”.

-¿Cómo fue entrenar al pingüino y cómo lo escogieron?

-Efectuamos un casting. Escogimos doce, pero dos se enamoraron y ya no podíamos trabajar con ellos, pero los diez restantes fueron sensacionales. Tratamos de comprender su personalidad. Los pingüinos son muy distintos uno de los otros, y Fabián, el entrenador, nos dijo: “Debemos ver cuál pingüino hará tal escena’, y ahí fue fantástico, casi como mágico. Se escogió al pingüino que caminaba más para las escenas donde debía caminar. Había uno que era más tranquilo para los actores, y los pingüinos aprenden, ¡es increíble!, aprendieron a respetar la marca para no pasarse de un lugar. Se quedan ahí. Cuando estaban en el set era muy tranquilo todo y los pingüinos hacían todo, tanto que 80% de la película son pingüinos reales. ¡Es increíble!

Desde un principio, cada elemento de Mi amigo el pingüino fue diseñado con la seguridad, la felicidad y la comodidad de los pingüinos como prioridad -señala el realizador-, desde la temperatura en los interiores y el diseño de la iluminación.

Los animales eran del acuario local Ubatuba en Brasil, cada uno de ellos quedó varado o herido, y no iban a poder sobrevivir en el océano. La producción colaboró de cerca con el encargado del acuario, el oceanólogo Hugo Gallo Neto, para transportar a los pingüinos seguros a un lugar construido especialmente y según las especificaciones exactas del acuario para su cuidado y entrenamiento durante la filmación, todo esto bajo completa supervisión de monitores provenientes de Humane Society.

Un “hotel para pingüinos” meticulosamente construido que ofrece aire acondicionado las 24 horas los 7 días de la semana y cómodas habitaciones para dormir repletas de redes para mosquitos, varias piscinas para nadar y sumergirse, y congeladores llenos de sabrosas sardinas. El propio veterinario del acuario estuvo en el rodaje.

-Para este momento, ¿qué puede proporcionar esta película?

-Veo que la gente conecta emocionalmente con los personajes y para mí eso es increíble. El público, cuando sale de ver Mi amigo el pingüino, se ve muy emocionada, sale feliz, con esperanza de amor. Lo importante es que se conectan las personas con la cinta, es un filme que se debe ver en la sala porque contiene una música espectacular, tenemos un ganador del Oscar como director de fotografía, al británico Anthony Dod Mantle.

El director resalta que uno de los grandes éxitos de la producción fue el haber reclutado a Dod Mantle, pionero de la cinematografía digital, colaborador de directores tan visionarios como Lars von Trier, Thomas Vinterberg, Ron Howard y Danny Boyle, y ganó el Premio de la Academia estadunidense por su trabajo en la película Slumdog millionaire.

Narra:

“No fue difícil escoger las locaciones porque ya tenía una idea de dónde quería hacerla, pero ir hasta la Patagonia tiene un riesgo porque no es fácil de llegar, pero valió la pena porque se ve esa extraordinaria naturaleza, es verdadera, no es digital, y es hermosa”.

Y termina al decir que al finalizar la filmación, se dirigió a Madrid para realizar la edición con Teresa Font, quien ha trabajado con Pedro Almodóvar, Bigas Luna y Alex de la Iglesia.