Olor a Dinero/Feliciano J. Espriella

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Olor a Dinero/Feliciano J. Espriella

 

CUÁNDO DEJARÍA DE SER MÉXICO UN EDÉN?

Recientemente, las palabras de un entrañable amigo, evidentemente impresionado por la situación de violencia que vive el país me llevaron a la conclusión de que para muchos compatriotas lo que está sucediendo actualmente en materia de inseguridad, no sólo lo consideran insólito, también les parece inédito.

Viendo el asombro e incredulidad de muchas personas ante lo que sucede actualmente, me queda la impresión de que creen que anteriormente vivíamos en un lugar idílico… soñado. En el jardín paradisíaco de Adán y Eva antes de ser expulsados por desobedecer a Dios. En un país ideal y perfecto de armonía y abundancia de extrema belleza y felicidad, pero que de pronto, a partir de 2018, transitamos de esa tranquila y apacible región del planeta, a una zona de barbarie extrema.

Hace unos días, mi amigo, con evidente y me pareció que sincera convicción de que el estado de violencia que se vive en el país llegó ya a lo inimaginable, me refirió que en Sinaloa se registraron en una semana algo así como 56 asesinatos violentos, lo cual, aunque no me fue posible corroborarlo, tomaré por cierto para efectos del desarrollo de la presente entrega.

Lo que me llamó poderosamente la atención de esto, fue que me lo comentó con tanto asombro como si se tratara de algo nunca visto en nuestro país, como si nunca hubiera sucedido nada similar con anterioridad, cuando sólo en el estado de Guanajuato, cifras similares o mayores se presentan con mucha frecuencia.

Y luego en Sinaloa, tierra en la que nació la producción y tráfico de drogas y en donde vinieron al mundo varios de los más sanguinarios criminales y los más grandes narcotraficantes del mundo.

Seguramente quienes en el presente exhiben como prototipo de la ingobernabilidad del país lo que sucede en Sinaloa, nunca oyeron hablar de los nativos de ese estado Ernesto Fonseca Carrillo, Rafael Caro Quintero, quién fundó el cártel de Guadalajara al inicio de la década de los ochenta, o Miguel Ángel Félix Gallardo, Amado Carrillo Fuentes, el ‘Señor de los cielos’, Héctor “El Güero Palma”, o Juan Manuel Salcido Uzeta, más conocido como “El Cochiloco”, célebre por lo sanguinario, así como los hermanos Ramón y Benjamín Arellano Félix, entre muchos otros. 

Quienes ahora se persignan al conocer de asesinatos en los que han decapitado a las víctimas, seguro nunca se enteraron de que en 1993, un sicario venezolano llamado Rafael Clavel y apodado “El Buen Mozo, degolló a la mujer del Güero Palma, de nombre Guadalupe Legía y le envió a su esposo la cabeza en una caja de metal refrigerada. Y no conforme con el traicionero acto, “El Buen Mozo” asesinó a los hijos de Palma arrojándolos desde un puente conocido en Caracas como El Viaducto.

Seguramente mi amigo nunca se enteró, que precisamente por los niveles de violencia e inseguridad que se vivía en Sinaloa durante las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado, se implementó un operativo militar al que se le denominó “Operación cóndor”, con cuyas acciones murieron violentamente miles de personas.

Durante ese período, era de extrema peligrosidad circular en carro o a pie por Culiacán. Decenas de pacíficos ciudadanos fueron asesinados a mansalva por narcotraficantes a los que se les figuró que los miraron mal o porque tuvieron la osadía de sonar el claxon al carro de adelante en el cambio de luces del semáforo, como también fueron incontables las mujeres que en algún antro o restaurante fueron secuestradas frente a su pareja a la que molieron a golpes o asesinaron, porque la dama le gustó a algún narco y simplemente se la llevó.

En aquella época los medios de comunicación tal vez tenían coberturas menores, pero los hechos de barbarie y violencia extrema se vivieron en buena parte del país y no eran inferiores a los de la actualidad. Recordemos los cientos o miles de feminicidios en Cd. Juárez, con muchas mujeres desaparecidas y asesinadas, que nunca fueron resueltos a pesar de que estos crímenes originaron fuertes movimientos sociales y protestas para exigir justicia y protección para las víctimas.

Además, gran parte de la barbarie y extrema criminalidad en el presente siglo, durante los gobiernos del prianato no recibió ni la sombra de la cobertura mediática que se le da en la actualidad a cuanta acción criminal sucede. Desde Vicente Fox hasta Peña Nieto, medios de comunicación y periodistas fueron tratados con extrema generosidad y, consecuentemente, fueron correspondidos hasta el grado de llegar en el sexenio de Calderón a un acuerdo al que se le conoce como “Pacto de Silencio”.

El 24 de marzo de 2011 firmaron 715 medios la solicitud de Calderón para “ser parte de su estrategia” y así poder “autorregular” sus contenidos. El evento fue impulsado por las dos principales cadenas de televisión y con la presencia de sus dueños, Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego.

En primera fila estuvieron los conductores de los principales espacios informativos: Javier Alatorre, José Cárdenas, Jorge Fernández Menéndez, Ciro Gómez Leyva, Adriana Pérez Cañedo, Óscar Mario Beteta, Leonardo Curzio, Pedro Ferriz de Con, Carlos Puig, Denise Maerker y Joaquín López Dóriga.

La firma del acuerdo tuvo como testigos a destacados personajes, como José Narro, rector de la UNAM; Yoloxóchitl Bustamante, directora general del IPN; Juan Ramón de la Fuente, presidente de la Asociación Internacional de Universidades; Federico Reyes Heroles, presidente del Consejo Rector de Transparencia Mexicana; Héctor Aguilar Camín, director de la revista Nexos, y Homero Aridjis, escritor y poeta, entre otros.

También lo signaron dirigentes de organismos como el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, A Favor de lo Mejor en los Medios, el Consejo de la Comunicación, y los ciudadanos María Elena Morera, de Causa Común, y la señora Isabel Miranda de Wallace.

En la próxima entrega, reseñaré varios acontecimientos de extrema barbarie que han sucedido en años anteriores en los que la gran mayoría de las víctimas fueron personas inocentes, a diferencia de la actualidad en la que casi todos los asesinados son miembros de la delincuencia organizada, quienes no por serlo deberían tener tan lamentable fin, pero que en última instancia ellos estuvieron dispuestos a correr ese riesgo inherente a la actividad que escogieron.

Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.

Twitter: @fjespriella

Correo: felicianoespriella@gmail.com