Por Gilberto “El Mensajero” Armenta
La CTM de Javier Villarreal saboreó las mieles del poder en administraciones del PRI antes del 2009, año en el que ganó la gubernatura el panista Guillermo Padrés Elías, para luego de eso, enquistarse con mayor fuerza en los entonces poderosos círculos azules, donde las carátulas contractuales de varios sindicatos, las plazas y los nombramientos en nóminas de los tres niveles de gobierno, le fueron girados a placer.
Así vivió la CTM Sonora la elección del 2012, entregada al panismo, y viendo con desdén al partido tricolor con el que antes se acurrucaba.
Cuando finaliza el tumultuoso sexenio del “memo”, Javier Villarreal se hace a un lado, y empieza a hacerle caravanas con el sombrero al PRI de Claudia Pavlovich.
No funcionó del todo el intento, porque los priistas no olvidaron que Villarreal Gámez no movió un solo dedo para que su estructura sindicalista le abriera un frente al referido ex mandatario panista.
Cómo hacerlo, si al líder cetemista le iba muy bien.
Por eso, en la victoria de Claudia Pavlovich, su “exigida cartera” fue desdeñada, y su figura se complicó más cuando, con la intención de convertirse en diputado local plurinominal, abandonó en la pelea legal post electoral de pasada elección, a la reconocida cetemista y actual lider del sindicato en Agua de Hermosillo, Rosy Martinez, dejando que la nueva figura del PAN en Sonora, Carolina Lara, le ganara la elección al PRI.
La bancada tricolor de esa legislatura nunca le perdonó a Javier Villarreal ese movimiento que todos calificaron como traición.
Por eso, el arriba mencionado no fue recibido en Palacio de Gobierno como siempre había estado acostumbrado, por eso perdió el derecho de picaporte, y por eso, en equivocada respuesta al gobierno de la ahora ex gobernadora Claudia Pavlovich, y en un frontal enfrentamiento contra el también ex secretario de gobierno, Miguel Ernesto Pompa Corella, el influyente líder sindical le organizó, a manera de tambores batientes, una protesta de taxistas, que tomando las calles aledañas de palacio de gobierno, se apostaron también frente a las puertas de este.
Ese fue el inicio de un rosario de desavenencias laborales contra la administración estatal pasada, que un día protestaban y se manifestaban en el norte, y al día siguiente en el sur.
Así enfrentó la CTM Sonora la campaña del 2018, con un PRI no del todo convencido de recibirle, pero obligado por la circunstancia, y esto luego de que de forma infructuosa, Javier Villarreal buscó acomodo en el partido Morena que ya en el 2018 Alfonso Durazo administraba como dirigente estatal, e insiste en el 2021 con los mismos resultados.
Ante esta negativa morenista de abrirle las puertas, el dirigente cetemista forma una asociación política en ese mismo año arriba referido, debidamente registrada ante las autoridades electorales, que en la elección de ese año decide poner al servicio del PRI, ante la insistente negativa de Morena de recibirle como tal.
En fechas recientes, Javier Villarreal Gámez aprovecha un hueco en la reforma laboral, y se alza por seis años más como dirigente estatal de la CTM Sonora.
Conociendo su estilo, volverá ante el gobierno estatal con un nuevo derecho de picaporte, a reclamar agenda en plazas y puestos públicos, a exigir candidaturas para los suyos rumbo al 2024, y a marcar territorio político/sindical/ electoral, so pena de organizarse, junto a otros sindicatos y grupos gremiales, para patear la puerta de palacio de gobierno.
No se caracteriza Javier Villarreal por caminar de forma austera, ni de bajo perfil, mucho menos discreta.
Ya asegurado en el poder sindical de la CTM de este 2023 al 2029, no tarda en morder la mano extendida, que le ayudó a enderezarse. Al tiempo.