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Olor a dinero/Feliciano J. Espriella

 

AMLO, OGRO Y DICTADOR DE PACOTILLA

EN MÚLTIPLES OCASIONES… por no decir que a diario, he leído o escuchado que el presidente Andrés Manuel López Obrador tomó drásticas y nocivas acciones que vulneran la unidad nacional y dañan severamente a la población, las cuales, sólo a los ojos de algunos iluminados parecen ser visibles.

Afirman que poseído por la rabia que le ocasionaron comentarios de alguno de los miles de comunicadores (que no periodistas en el sentido estricto del término) que se ocupan de su vida y milagros, y reactivo como es, dejó salir al ogro que lleva dentro.

Esos trances energúmenos, escriben quienes lo publican, son originados también porque la candidata de la oposición subió su popularidad una centésima de punto, o en ocasiones porque el sol no salió a la hora que pronosticaron los meteorólogos, o simplemente porque a Chuchita la bolsearon.

¿Y cómo llegaron a tan reveladora conclusión? Muy fácil: como expertos en psicología que han llegado a ser, lo notaron cuando lo anunció y una de las cejas la tenía un poco más levantada que la otra, o porque estaba muy serio, y no faltan los que dicen haberlo sabido por su fuente en Palacio Nacional: el cuñado de la amiga de una prima en tercer grado que lava los sanitarios .

Pero la verdad, nadie ha visto, escuchado o grabado algún mensaje en el que López Obrador desbarre y pierda los estribos. Como ogro, me parece que está desprestigiando al gremio.

Y por si fuera poco, además de ogro, lo acusan de ser un dictador ante el cuál palidecen los Castros, Chávez y Pinochets. De hecho, algún intelectual por ahí, que no estoy seguro pero creo que es Sergio Aguayo, lo equiparó con Adolfo Hitler; Héctor Aguilar Camín, ante un auditorio lleno de empresarios, lo calificó de “Pendejo”, lo que también han hecho centenares de figuras públicas que navegan como ciudadanos muy correctos y gentiles.

Como buen dictador debería desterrar o hasta enterrar a alguno de ellos y no lo hace. Creo que no se aprendió bien la guía práctica para dictadores y sátrapas.

Si como ogro evidentemente no la hace, el dictador AMLO está haciendo el ridículo más espantoso como tal. De hecho, si estuviera inscrito en algún club u organización de dictadores, hace tiempo que lo hubieran puesto de patitas en la calle.

Sin embargo, me parece que todos los epítetos que le han venido endilgando se derrumban ante la realidad. Si está llevando al país a la ruina, ¿cómo es que el 70 por ciento de los mexicanos lo aprueban? Si es tan nefasto, ¿Por qué entonces gobernantes de la oposición y emanados de diferentes partidos lo elogian?

Muy recientemente reconocieron su apoyo y su buena gestión al frente del país los gobernadores panistas de Yucatán y Querétaro, así como el priísta de Durango.

“”Amor con amor se paga y su mandato presidencial quedará grabado en nuestros corazones por siempre. Usted Presidente será recordado como el presidente del pueblo y como el más grande transformador de la historia moderna en México”, le dijo el pasado sábado en Durango el gobernador Esteban Villegas.

Y después agregó: “Hemos trabajado juntos y nos ha respetado, no como otros. Pero lo más importante, no solo es la relación personal, institucional, es que me consta que se preocupa por la necesidad de la gente”.

¡Míralo! ¿No que hasta a los niños se come vivo?

Y recientemente, el líder histórico y moral de la izquierda mexicana, Cuauhtémoc Cárdenas, destacó que con el presidente Andrés Manuel López Obrador el país ha mejorado en materia de combate a la pobreza respecto de lo que ocurría en el sexenio de Enrique Peña Nieto, lo mismo que en derechos sociales y salario mínimo. Reconoció que falta mejorar las condiciones de empleo, informalidad y seguridad. “Hemos tenido 20 años de administraciones con crecimiento escaso, este año ha sido mejor, seguramente resultado de los cinco años anteriores”, comentó. Y esto, en palabras de uno de los políticos con mayor aceptación en la actualidad, no es poca cosa.