VIOLENCIA Y MIEDO, BANDERAS DE LADY X
Próxima a concluir la segunda semana de campaña presidencial, es evidente que la táctica de Lady X o Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz se centrará en dos ejes principales con implicaciones preocupantes: la violencia y el temor. Esta estrategia busca resaltar los desafíos de seguridad que enfrenta la nación y generar un debate sobre las soluciones posibles.
Se entiende que se elijan estos puntos; son asuntos de gran relevancia para los ciudadanos y representan la vulnerabilidad más notoria del actual gobierno lopezobradorista, buscando así tocar las fibras emocionales del electorado. Sin embargo, es crucial considerar qué tipo de respuestas provocará esta maniobra, ya que incitar temor en la población puede tener consecuencias contraproducentes.
Lucrar con el miedo es evidentemente la estrategia que Lady X y su equipo de campaña utilizarán. En regiones donde la violencia es más intensa, esta táctica podría ser efectiva y beneficiarles electoralmente. Sin embargo, la mayor parte del país no se alinea con la narrativa alarmista de sus spots publicitarios. Más del 80% del territorio nacional no experimenta la violencia al nivel que Lady X describe, lo que podría debilitar la efectividad de la estrategia.
El miedo es una emoción poderosa que puede influir significativamente en la conducta humana, especialmente en contextos políticos. Se ha observado que campañas basadas en el miedo pueden causar animosidad y rechazo, especialmente entre aquellos que tienen memoria de estrategias similares en el pasado. Por ejemplo, en la elección de 2006, se utilizó una campaña de miedo que aún permanece en la memoria de muchos electores y en consecuencia esta campaña podría reafirmar su intención del voto a favor de Claudia Sheinbaum o, peor aún para Lady X y su banda, inclinar las preferencias de los indecisos hacia Morena.
En cuanto al combate a la inseguridad y la violencia, la candidata inició su campaña con una perspectiva bélica, y en su primer acto lanzó la brillante idea de construir tres cárceles de alta seguridad con “tecnología de punta”. En este tema, su postura ha sido bastante inconsistente. Sus propuestas, que en ocasiones parecen poco realistas, son presentadas y luego retiradas, solo para ser reintroducidas más adelante.
Asumir que una prisión severa y bien resguardada inhibirá las conductas delictivas es una simplificación excesiva de un problema complejo. Esta idea, a menudo denominada populismo punitivo, ignora las múltiples causas subyacentes de la criminalidad y cómo abordarlas efectivamente.
Carlos Pérez Ricart, profesor-investigador de la División de Estudios Internacionales del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), ha señalado que las cárceles federales actualmente no enfrentan un problema de sobrepoblación, a diferencia de algunas prisiones estatales, lo que sugiere que el enfoque en la severidad de las penas puede estar desviado del verdadero desafío: la rehabilitación y la prevención.
El factor impunidad es realmente el motivo primordial de que la violencia en México no pueda ser abatida. Vamos, ni siquiera reducida. Es un hecho innegable que en casi todo el territorio nacional, solo uno de cada 10 delitos de alto impacto son castigados como consecuencia de la ineficiencia y corrupción de todos los involucrados en la cadena de la impartición de justicia: cuerpos policíacos que capturan a unos cuantos, ministerios públicos que integran mal la mayoría de los expedientes, así como jueces de las distintas instancias, incluyendo hasta a ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que los liberan aunque sean criminales plenamente identificados como de alto riesgo.
Las únicas prisiones que están verdaderamente saturadas y sobrepobladas son las estatales, y ello porque más de la mitad de los internos no han sido juzgados y están a la espera de sentencia, en la mayoría de los casos por carecer de recursos económicos para contratar abogados que los defiendan.
Y sobre esa vertiente, la candidata de oposición no ha mostrado ninguna postura. Por el contrario, ha defendido a ultranza al poder judicial y a los ministros de la SCJN. La pregunta es: ¿Qué haría Lady X de llegar a la presidencia para combatir la impunidad, cuando evidentemente comulga con quienes la originan?
Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima
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