ADIÓS, LUIS DONALDO COLOSIO
CON LA CONMEMORACIÓN, el pasado 23 de marzo, del trigésimo aniversario de la muerte del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta en aquel entonces, puede darse por cerrado el ciclo trágico de su existencia como emblema de ese partido político al que perteneció toda su vida, y cuya dirigencia nacional aprovechaba mezquinamente su sacrificio cada aniversario, hasta que fueron apareciendo los cambios en el país que el propio magdalenense vaticinaba.
Su crimen sigue rodeado por mil suspicacias, pese a que la versión oficial del asesino solitario es y será la única valedera, no obstante los intentos del actual gobierno federal por revivir el caso, seguramente con la pretensión de afianzar aquella sospecha o certeza –jamás se sabrá- de que la “nomenklatura” del PRI, en efecto, estuvo detrás de su muerte. En los tiempos electorales actuales, pues, una muy conveniente espada de Damocles para la oposición.
Pero, esa intención, por razones obvias, no tendrá sentido más allá del 2 de junio, y a juzgar por la poca polvareda levantada por el partido en el poder con el tema de Mario Aburto y todo ese chantaje, tampoco esa estratagema sirvió para revivir el caso Colosio.
Por otro lado, las ceremonias que se llevaron a cabo en varios lugares de México el sábado anterior incluido desde luego Sonora, pasaron casi inadvertidas ante la indiferencia de la población, o quizá por la importancia que reviste para los priistas estar inmersos en este proceso electoral, considerado el más grande y complejo de la historia de México. Todo fue una guardia de honor, un discurso, la foto y listo. Se cubrió el trámite.
Y es que, desde hace más de una década y media que el tema de Luis Donaldo había dejado de ser rentable para la cúpula priista. De las principales tesis de Colosio, está aquella de implacable actualidad: “¡México no quiere aventuras políticas! ¡México no quiere saltos al vacío! ¡México no quiere retrocesos a esquemas que ya estuvieron en el poder y probaron ser ineficaces! ¡México quiere democracia; pero rechaza su perversión: la demagogia!”.
O aquella más lapidaria aún: “Veo a un México con hambre y sed de justicia”, ambas contenidas en su discurso del 6 de marzo de aquel lejano 1994 al pie del Monumento a La Revolución en la capital del país.
Jamás, no solo en las últimas tres décadas, sino en los 90 años que median entre hoy y la llegada de Lázaro Cárdenas a la Presidencia de la República en 1934, la clase política en el poder logró remontar al ritmo que demandaba la población, esos lastres que señaló Luis Donaldo Colosio. Y aún cae con todo su peso sobre las pretendidas bondades materializadas de la Cuarta Transformación.
El siguiente aniversario emblemático en verdad de la tragedia llamada Luis Donaldo Colosio Murrieta tendrá lugar en 2034 al cumplirse 40 años de su asesinato y será cuando, ahora sí, la gran mayoría de los escasos sobrevivientes a los que ese crimen tomó por sorpresa, estarán más preocupados por extender un poco más su propia vida, que andar conmemorando fechas luctuosas que ya no tendrán sentido alguno.
Es más, dentro de muy poco, lejos estarán los recuerdos de la reciente visita de Luis Donaldo Colosio Riojas a Magdalena para presidir esa ceremonia luctuosa en honor a su padre; y si al día de hoy el ex candidato presidencial del PRI es solo un vago o inexistente recuerdo para millones de connacionales, para entonces México y los mexicanos lo habremos olvidado por completo.
De hecho, de haber llegado Luis Donaldo a ser presidente de México, en este sexenio su nombre habría sido mencionado y vilipendiado a diario en boca de Andrés Manuel López Obrador, al igual que sucede con los de los ex mandatarios “neoliberales”, “conservadores” desde Miguel de la Madrid hasta Enrique Peña Nieto.
Como siempre nos enseña la Historia, su asesinato lo proyectó más allá de lo que pudo haber sido su papel como Presidente de México.
Queda en manos de su hijo, Luis Donaldo, y de nadie más, lograr, a través de su trayectoria personal, mantener vivo su pretendido legado, que no fue más que su plataforma de campaña, porque muchos dudan que ya en la Presidencia de la República, Colosio hubiese podido gobernar fuera del círculo de influencia de su Jefe Máximo, Carlos Salinas de Gortari.
En verdad, ya debiéramos dejar en paz la memoria de Luis Donaldo Colosio Murrieta y no permitirle más a partido político alguno, que quieran seguir lucrando políticamente, de paso queriendo jugarnos el dedo en la boca con ese tema.
Así que esa afirmación de que si Luis Donaldo Colosio viviera estaría del lado de la Cuarta Transformación mueve más a una sonora hilaridad que a otra cosa, por la forma tan burda de querer apropiarse de su sacrificio para sacarle provecho electorero.
Además, su demanda central de brindar justicia social a todos los mexicanos, tampoco se ha cumplido hoy día por el partido en el poder y, por lo que se ve, estamos aún a varias décadas de que se logre.
MALA CONSEJERA ES LA SOBERBIA con la que algunos panegiristas de dos de los aspirantes a la alcaldía de Hermosillo, señalan que esta pelea será entre ellos y nadie más, descontando que la campaña de Natalia Rivera Grijalva, una vez formalizada su aspiración, vaya a trascender en el ánimo del electorado.
Cuidado, pues, porque las consideraciones acerca de la capital de Sonora que ha adelantado esta aguerrida mujer (aún diputada por Movimiento Ciudadano), avizoran que su campaña elevará el nivel de conciencia de los hermosillenses tanto del medio rural como del urbano, sobre los problemas que aquejan a la ciudad y esto se podría convertir en un interesantísimo ejercicio de contrastes entre las ofertas de los tres aspirantes a encabezar el gobierno municipal.
Por lo que se le ha escuchado en los diferentes videos que ha publicado Natalia Rivera en sus redes sociales, así como en algunos foros, entre ellos el podcast de “Charla Abierta” del periodista Gilberto Armenta Reyes, téngalo por seguro que esta política emecista, considerada como una de las poquísimas diputadas con mayor proyección por su trabajo legislativo, irá no solo por los votos de los hermosillenses, sino que desde ya busca generar conciencia entre los capitalinos sobre las causas que tienen a la ciudad en la actual situación, así como abrirles los ojos de “los qué” y “los cómo” exigirle al gobierno para que se ponga las pilas y mejore los rubros que registran los peores atrasos históricos.
Más allá de quién goza o no de más impatías y demás “guégueres”, Natalia les puede dar un buen susto.
Así que, bueno sería que esperaran a ver todas las cartas que trae Natalia Rivera Grijalva y después hagan sus proyecciones, sin olvidar que este encuentro por la alcaldía de Hermosillo será de tres y no solo de dos, como afirman con sobrada soberbia.
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