“El (gran) dedo del señor”

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“El (gran) dedo del señor”

EL ZANCUDO

Por Arturo Soto Munguía

O subestimaron la capacidad de Morena como partido en el gobierno para gestionar un proceso interno, o sobreestimaron los empeños de un aspirante predestinado a la trituradora de un régimen -y sobre todo de un presidente- que decidió desde junio de 2021 quién sería su sucesora.

Solo los más bisoños albergaban una esperanza mínimamente fundada en que Marcelo Ebrard sería ungido como candidato de Morena a la presidencia de la República. “El dedo del señor” señaló desde hace mucho a Claudia Sheinbaum para ocupar ese sitio y en esa empresa trabajaron todas las estructuras del partido y del gobierno.

Adán Augusto, Monreal, Noroña y Velasco siempre fueron la comparsa para legitimar el resultado final, pero nunca estuvieron en los umbrales de la competitividad necesaria para disputar la cima. Marcelo sí, pero en el círculo cercano del presidente lo mastican pero no lo tragan.

Nunca lo han considerado un hombre de izquierda y este dato es fundamental para entender lo que se viene: la consolidación de la llamada ‘cuarta transformación’ que en muy resumidas cuentas apunta a profundizar la prevalencia del Estado benefactor y el acotamiento, cuando no el endurecimiento contra esa alta burguesía a la que, si no se alinea, corre el riesgo de que ya no le vuelvan a tocar ni tamales de chipilín en Palacio Nacional.

López Obrador es un viejo lobo del mar priista que aprendió a nadar en las aguas del antiguo régimen, pero difícilmente puede ser considerado un hombre de izquierda en el sentido estricto. Es religioso, creyente, evangélico; siempre ha navegado en la ambigüedad cuando se trata de fijar posturas personales en temas particularmente espinosos como aborto, matrimonio igualitario, legalización de drogas entre otros.

Desde su priismo seminal, llegó tarde a la izquierda dura de la que se ha rodeado en los últimos años y ese eclecticismo, dicen, es el que le llevó a bautizar a su hijo menor como Jesús Ernesto, en honor a Cristo y al Ché Guevara. Eso dicen.

Con su retorcidísimo colmillo, ha sido muy hábil para nutrir su círculo cercano con gente que abiertamente promueve esos temas y que incluso van más allá.

Le han servido muy bien para asustar con el petate del comunismo a quienes hoy siguen asustados y convencidos de que México está a nada de convertirse en Venezuela, Cuba o Nicaragua y no se cansan de repetirlo, como el mismo presidente no se cansa de decir que a los ricos de México les ha ido muy bien en su gobierno. Y es cierto, aunque no a todos los ricos.

Pero baste citar que si por Paco Ignacio Taibo II fuera, ya hubieran fusilado –y no metafóricamente- en el Cerro de las Campanas a más de cuatro Maximilianos de Hasburgo, Miramones y Mejías.

Quizás a Salinas Pliego, a Claudio X González o al ‘Diablo’ Fernández sí. A Carlos Slim no, porque ha jalado bien con él, como otros tantos que siguen engordando escandalosamente sus cuentas bancarias y apoyan sin reparos la continuidad de la 4T, sin detenerse en dilemas ideológicos que están bien para un simposio, pero no para hacer peligrar su permanencia en la lista de Forbes.

II

A diferencia de AMLO, Claudia jamás militó en el PRI y su formación política se forjó en la huelga de la UNAM en 1986, que se inscribió en el relanzamiento de la izquierda, potenciado con los movimientos sociales, urbanos y sindicales detonados tras el sismo de ese mismo año; en el 87 con la ruptura en el PRI y la incorporación de figuras emblemáticas de la fundación del Frente Democrático Nacional; la elección de 1988 que estuvo a punto de arrebatarle al PRI por primera vez la presidencia de la República, entre otros movimientos que derivaron en la incorporación de organizaciones y personajes que entonces declinaron de la vía armada para el cambio social y se sumaron a la legalidad electoral.

A diferencia de 2018 cuando AMLO supo aglutinar en torno a su figura y su plataforma a diversas corrientes ideológicas y políticas (a las que no admitió en 2006 y 2012), la candidatura de Claudia Sheinbaum significa una depuración en ese tema. Por eso Marcelo Ebrard -aunque Claudia dijo que tiene las puertas abiertas- no cabe en ese proyecto.

Que se asusten los que se tengan que asustar y que se sumen los que se tengan que sumar, pero Claudia representa un viraje más pronunciado a la izquierda en el ejercicio de gobierno, un proyecto en el que López Obrador, sin ser necesariamente de izquierda en el sentido estricto, ha insistido reforzando la narrativa de la lucha de contrarios: ricos contra pobres, fifís contra austeros, conservadores contra liberales, corruptos contra honestos, racistas y clasistas contra tolerantes y progresistas, etc.

2024 es para la izquierda mexicana, la primera oportunidad de tener una candidata surgida de sus filas, no del PRI nacionalista como lo fueron Cuauhtémoc Cárdenas y López Obrador en las últimas seis sucesiones presidenciales.

Por eso Marcelo, que hoy carga con la letra escarlata de traidor, no cabe en ese proyecto.

Además, él mismo ha quemado sus naves al negarse a asistir al evento en que Claudia fue ungida como coordinadora de los comités de defensa de la transformación, eufemismo para birlar candados de la ley electoral que prohíben definirla aún como candidata.

Noroña, Adán, Velasco y Monreal pueden estar tranquilos porque algo les habrá de tocar.

III

En un país donde la intención del voto por Morena es superior al 40 por ciento; donde Morena gobierna 23 estados y ejerce el Poder Ejecutivo Federal, pero sobre todo, donde todos quienes están en posiciones de poder, independientemente de sus orígenes ideológicos o políticos ya aprendieron lo que es el gobierno y para lo que sirve, la continuidad de la cuarta transformación parece, a diez meses de las elecciones, garantizada.

¿El destino de Marcelo Ebrard? Lo mejor que le puede pasar es tirarse a los brazos de Movimiento Ciudadano y competir por un lejano tercer lugar, divisa que tampoco es del todo segura considerando que el partido naranja se encuentra al borde de la ruptura entre quienes mantienen la idea de ir solos o no ir con nadie por la presidencia, y quienes coquetean con la idea de sumarse al Frente Amplio por México.

La idea de que Marcelo sea candidato presidencial de MC encierra la gran paradoja de que, siendo el excanciller un ‘rebelde’ en Morena, termine quitándole más votos a la candidata del FAM, Xóchitl Gálvez, que a Claudia Sheinbaum, terciando la votación y favoreciendo a la candidata de la izquierda, sí, a esa a quien acusa de haberle trampeado su candidatura.

Por eso se comienza a hablar de una ‘ruptura pactada’ según la cual, Marcelo aceptaría por tercera ocasión las condiciones impuestas por López Obrador y jugaría para terciar la votación favoreciendo al mismo López Obrador y su proyecto, no a la oposición que por cierto, tampoco se encuentra a esta fecha, en condiciones de competencia real por la presidencia.

Para quienes buscan similitudes históricas así sea muy forzadas, deben saber que 2024 no es 1988, Marcelo no es Cuauhtémoc Cárdenas ni Morena (aunque se parezca mucho) es el PRI.

Xóchitl Gálvez sí es un fenómeno inesperado, pero un fenómeno en aproximadamente el 30% del electorado, que alcanzará en el mejor de los escenarios para echar abajo el ‘Plan C’ obradorista de hacerse con la presidencia y la mayoría calificada en el Congreso de la Unión, atemperando un poco las intenciones de poder absoluto, pero no más.

Por lo demás, Claudia, que ya se hace inscribiendo su nombre en la historia como la primera mujer presidenta en México, difícilmente tendrá los márgenes de legitimidad que tuvo AMLO en 2018 con sus 30 millones de votos y eso plantea muchas dificultades para la gobernabilidad del país.

Sobre todo si hace buenos los pronósticos en el sentido de darle a su gobierno un viraje más pronunciado hacia la izquierda.

Como sea, hay que agradecer a la vida la oportunidad de ser testigos de estos momentos tan intensos de la vida pública nacional.

IV

Por cierto, un personaje central en toda la trama de los últimos días ha sido el gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, que con la cachucha de presidente del Consejo Nacional de Morena se encuentra aún en Ciudad de México y fue clave para sacar adelante el complicado proceso de elección de la candidata presidencial.

Vale decir que en los próximos días el gobernador volverá a Sonora -dicen que solicitó un permiso sin goce de sueldo- para preparar su segundo informe de gobierno en el que, les adelanto ponderará varias cosas entre las que destacan un tema sobre el que ha insistido mucho:

La entrega de 197 mil 700 becas estudiantiles que suman más de 612 millones de pesos para más de 110 mil estudiantes de todos los niveles escolares. Este programa ocupará un lugar privilegiado en su informe, porque además fue elevado a rango constitucional, lo que significa que no podrá ser revertido por otro gobierno, a menos, claro que logre la mayoría calificada en el Congreso local.

Lo cierto es que con este programa, Sonora de Oportunidades ha disminuido la deserción escolar y ahora más de 25 mil estudiantes no han abandonado sus escuelas por problemas económicos.

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