REELIGEN A “ALITO”: YA NO APRENDIERON
Pese a la retórica refundacional que adornó el discurso de Alejandro Moreno Cárdenas al término del proceso en el que fue reelecto con el 97% de los votos de los delegados asistentes, la extensión de su presidencia por otros cuatro años parece el salvoconducto para que el PRI siga en caída libre.
Los priistas, al menos los que hegemonizan el liderazgo nacional y los estatales parecen tener una lectura errónea de lo que ha sucedido en los últimos diez años, por lo menos, en que perdieron prácticamente todo.
Pese a tener frente a sus ojos las evidencias contundentes de que la fuerza de Morena no deviene de la izquierda fundamentalmente, sino de las bases electorales del propio PRI y el PAN que inexorablemente migraron hacia el partido guinda, buena parte del discurso de los priistas (y panistas) que aún quedan en esos partidos sigue siendo el del desprecio, el denuesto, la burla: “mis pendejos”, “mis chairos”, “huevones”, “mantenidos”, son apenas una pequeña muestra del amplio catálogo de epítetos que pueblan cotidianamente las redes sociales en el debate público.
Se refieren a ellos como si fueran un producto de generación espontánea, y no sus propias bases electorales a nombre de las que tantos discursos bonitos articularon durante tantos años.
No le pegan a los dirigentes de Morena (para esos tienen un catálogo más nutrido), sino a esas bases que durante años militaron y/o votaron por el PRI o por el PAN y que por diversas razones se alejaron. Razones que tienen que ver con el desencanto, el agandalle, las traiciones, el distanciamiento de las causas populares por parte de las dirigencias y, por supuesto, con esa alianza entre ambas fuerzas que nunca pudo ser ‘vendida’ a sus bases, pero sí sirvió para reforzar el discurso obradorista sobre ese ente tan satanizado desde el púlpito presidencial: el “PRIAN”.
Sonora es un caso ejemplar para sustentar lo anterior. Electoralmente la izquierda nunca ‘pintó’ en los resultados. Hasta 2015 la disputa electoral fue entre esos dos grandes bloques enfrentados y que por cierto dieron grandes batallas, más de una vez no exentas de violencia. Hubo una efímera irrupción del PRD en 1997, que se diluyó tres años después con el triunfo de Vicente Fox en la presidencia.
Para 2015, el PRD volvió a los niveles de votación que tenía cuando iniciaba como partido. Su candidato a la gubernatura ese año, Jesús Zambrano Grijalva obtuvo poco más de 34 mil votos. Nada, en un escenario donde la disputa por la gubernatura se define con más de 400 mil votos.
En aquella elección, Claudia Pavlovich, del PRI, obtuvo 486 mil 944 votos, cifra que incluye unos 45 mil de los partidos Verde y el PANAL. Javier Gándara, que fue candidato del PAN obtuvo 415 mil 745 votos.
¿Y saben cuántos tuvo el candidato de Morena, Javier Lamarque Cano? No llegó a 29 mil.
Esa era la fuerza electoral de la izquierda en Sonora, a un año de la fundación de Morena. Aun considerando al PRD como parte de la izquierda, la captación de votos era todavía marginal.
El 2018 fue el punto de quiebre. La ola AMLO hizo crecer a Morena de 29 mil a 400 mil votos para sus candidatos locales (él obtuvo 651 mil 806). Pero esos sufragios no vinieron mayoritariamente de nuevos votantes (el porcentaje de participación ciudadana en el proceso fue muy similar al de 2015 y el padrón electoral tampoco registró variantes significativas entre un proceso y otro).
Este dato es importante porque los votos para Morena vinieron sobre todo del PRI y del PAN. De 440 mil votos obtenidos por el PRI en 2015, se cayó a 207 mil. (no incluyo aquí los votos de sus aliados). O sea, el PRI perdió 233 mil votos en tres años.
Al PAN no le fue mejor: En 2015 obtuvo 415 mil votos y para 2018 se cayó a 180 mil. Es decir, perdió 230 mil votos, y eso que iba aliado con el PRD.
Básicamente, los votos que perdieron PRI y PAN fueron los que ganó Morena. ¿Eso no les mandó ninguna señal?
Evidentemente no.
Fíjense lo que pasó en 2021. Si en 2018 la sumatoria de los votos del PRI y el PAN (y el PRD) fue de 387 mil votos, para la elección de gobernador que ganó Alfonso Durazo con 496 mil 651 votos, el candidato de la coalición PRI-PAN-PRD, Ernesto Gándara obtuvo 339 mil votos.
Hay alianzas, dicen, que no suman, sino restan. Este parece ser el caso. Juntos, PRI, PAN y PRD perdieron otros 50 mil votos entre 2018 y 2021.
¿Y a donde se fueron esos votos?
Exacto: a Morena.
Si bien las dirigencias formales del PRI y el PAN se cuidan mucho de no caer en el insulto hacia esas bases, lo que más permea en el debate público son los acomedidos y voluntariosos que persisten en un discurso muy bien articulado donde prevalecen palabras como “pendejos”, “huevones”, “mugrosos”, “hediondos”, “descerebrados” y otras lindezas.
Esos auto designados voceros del PRIAN son los mejores aliados de Morena. De hecho, la próxima presidenta debería promover un nuevo programa social para becarlos, porque con su chamba garantizan que ni uno solo de los votantes que antes sufragaban por el PRI o el PAN vuelvan a hacerlo.
En fin…
II
Un tema son los votos que migraron, esa masa que no se ve pero se manifiesta en las urnas, y otra las figuras relevantes que también decidieron, por diversas causas, buscar nuevos horizontes en Morena.
Casos hay muchos, pero permítanme referirme al de Karina Zárate, que realizó un excelente trabajo como directora del DIF estatal en el gobierno de Claudia Pavlovich, lo cual le valió para conseguir una de las dos diputaciones locales de mayoría para el tricolor en una contienda donde Morena perdió solo tres de los 21 distritos en el estado.
Karina Zárate tuvo sus razones para sumarse a la bancada de Morena, donde ha sido una de las más activas diputadas promoviendo los temas en los que desde hace muchos años decidió involucrarse y que tienen que ver con la protección y atención a grupos vulnerables.
Ya comenzó su tercer informe legislativo privilegiando la difusión en redes sociales a través de ‘reels’ en los que expondrá iniciativas presentadas y aprobadas como la creación de la Procuraduría de Atención a Personas con Discapacidad -un proyecto que ella misma presentó en un foro de la Organización de las Naciones Unidas-, o el escalón universal para personas de talla baja (sin raspar muebles), o la promoción de foros para darle voz a adolescentes y jóvenes a través del Parlamento Juvenil.
Como diputada también promovió programas sociales como Regalo de Vista, que fue replicado para promoverlo en sus distritos, por otros diputados como Jacobo Mendoza, Ely Sallard, Ernestina Castro, Raúl Castelo y Alicia Gaytán.
A iniciativa suya se creó el Protocolo Neonatal en Sonora, que permite la prevención y atención oportuna de discapacidades, un tema muy sensible entre las familias sonorenses porque eleva a rango de política pública la atención temprana de ciertas condiciones, lo que puede marcar la diferencia en la vida de niños y niñas gracias a procedimientos para evitar daños y riesgos en su salud durante los primeros días de contacto con el medio extrauterino.
Por estas y otras razones, Karina Zárate no solo fue una baja sensible para el PRI, también fue una incorporación importante a la bancada de Morena, de la que está a meses de despedirse pero, apúntenle por favor, enseguida la veremos aportando su ‘know how’ en otra posición relevante.
III
No podemos despedirnos por hoy sin mencionar el turbo que le metieron al programa de entrega de Uniformes Escolares Gratuitos, que fue cumplido en tiempo y forma para que 440 mil estudiantes de nivel básico se apresten a comenzar el nuevo ciclo escolar estrenando también calzado.
En este programa se invirtieron 303 millones de pesos para dotar de uniformes y zapatos a toda la población escolar de preescolar, primaria y secundaria de los 72 municipios del estado.
El gobernador Alfonso Durazo informó que el proceso de entrega concluyó de manera ordenada y eficiente (no como antes) y la verdad es que el programa significa un alivio para las economías familiares, sobre todo en sectores que veían el inicio del ciclo escolar no con la ilusión y la esperanza que despiertan los primeros pasos en la formación académica de los pequeños y pequeñas, sino con el escalofrío de tener que diezmar más las precarias finanzas domésticas.
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