CRISIS
No sólo es en Los Ángeles donde se desencadenó la violencia racial promovida por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en su estrategia de confrontación para disponer de pretextos de intervención y experimentar sobre la tierra quemada en materia de inmigración.
En Atlanta, Chicago, Nueva York y otras mega urbes con alta densidad migrante es creciente la movilización en contra del segregacionismo supremacista del orate inquilino de la Casa Blanca, con una destacada particularidad: la gran mayoría de manifestantes son personas documentadas y ciudadanos gringos, y ni en el caso de Los Ángeles el principal segmento es de origen mexicano.
Cholos, negros, centroamericanos, haitianos, dominicanos, argentinos, colombianos, venezolanos, de diferentes países africanos, vietnamitas, de tribus nativas de EEUU, muchos gabachos güeros y hasta de Europa del este, participan en esas movilizaciones con fuertes retazos de violencia que malamente se atribuye exclusivamente a mexicanos sean o no indocumentados.
Allá tenemos bastante parentela y nuestros casi 7 años de residir por el rumbo, nos permite recrear una semblanza de quienes de manera indocumentada mantienen su subsistencia con la esperanza de algún día, en lugar de mandar dinero a sus familiares en México, llevárselos a vivir con ellos, siempre vigilantes de la migra y sin correr riesgos de deportación.
Así las cosas, en las manifestaciones de Los Ángeles y otras ciudades, los menos que participan son los indocumentados porque ellos están ocupados tratando de ganar la chuleta mientras toman medidas de protección extrema frente a la embestida migratoria del neofascista y xenofóbico presidente Trump.
Del área del Este de los Ángeles, El Monte, La Puente, San Bernardino, de Bakersfield, Riverside, Rialto, Pomona y demás comunidades de alta concentración de ciudadanos de origen latinoamericano, reportan redadas con fuerte dosis de violencia de parte de esos primates, sin importar que horas después los agraviados demuestran su legal estancia o simplemente sean ciudadanos gringos, solo que fueron detenidos por su facha y porque estaban en un lugar concurrido por hispanos.
Dichas realidades son aparte de los dislates de la presidente Claudia Sheinbaum y su ruidosa reculada frente a la amenazante secretaria de Seguridad Interna de Estados Unidos, Kristi Noem, ambas frente a la premisa engañosa de que son indocumentados mexicanos los protagonistas del riot angelino.
Por supuesto que la señora Sheinbaum amagó en varias ocasiones con movilizaciones por el impuesto del 5 por ciento a las remesas y en su momento comentamos sobre de qué serviría una manifestación en el Zócalo frente a decisiones en Washington y luego se añadieron las estupideces de Noroña, pero incluso, queda claro que las manifestaciones de protesta de estos días no son por ese impuesto a remesas sino en contra de las deportaciones y producto de rabias acumuladas, activismos izquierdosos de países de diversos países del mundo, incluido México
Concluir que el discurso patriotero de la presidente de México provocó la ola de violencia sería poner mucha crema a los tacos ya que más bien es un argumento del gobierno de Trump para justificar su radicalización en contra de nuestro país y el endurecimiento de su política antiinmigrante.