+ Delfinario sin delfines: aprueba el Senado prohibir cautividad; también vender totoaba, pero solo de cultivo; otra vez el IMSS: no arregló el A/AC y derechohabientes sufren; supervisa alcaldesa obras; arroyos: 446 toneladas de basura y escombro
GUAYMAS, Son. – Avanzada la segunda mitad del sexenio de Eduardo Bours, fui invitado a la inauguración del Delfinario Sonora, magnífica instalación ofrecida por quien gobernó Sonora entre 2003 y 2009 en una época en la cual los gobernadores invocaban la ruina permanente –culpando al anterior, por supuesto—para convencernos de que no podíamos tener este tipo de obras.
Claridoso y echado pa´delante como era, creo que sigue siendo, no se aguantó y aclaró, para no andar con chismes: inauguraba un delfinario, originalmente un proyecto para combinar educación, conservación y entretenimiento, enfocado sobre todo a brindar terapias para niños especiales, con serpentario, planetario, observatorio, jardín botánico, comedor y cafetería.
Solo quedó en delfinario y agregó lobos marinos, lo cual no gustó mucho al gobernador, quien reprochó, “me dijeron que iba a costar 70 millones de pesos, pero ya van 120”. Y sin los conceptos restantes. Tenía razón en su enojo. Frustración, más bien. Pero sacó adelante lo que se pudo.
Le recuerdo esto porque el Senado aprobó reformar la Ley General de Vida Silvestre y prohibir el uso de delfines, lobos marinos y orcas, entre otras especies, en espectáculos fijos o itinerantes, con modificaciones a avalar por la Cámara de Diputados. Será ilegal tener cautivos esos ejemplares si no es para investigación científica, enseñanza, conservación y preservación.
Así que, el Delfinario Sonora, como otros espacios similares, deberá modificar su agenda que hoy ofrece eventos con delfines y lobos marinos, los últimos que podrá tener para eso, pues se pondrá fin a esta actividad practicada durante décadas como pieza central de un modelo recreativo.
Se trata de terminar con prácticas “que hoy son incompatibles con el bienestar animal”, expuso la Maki Esther Domínguez, presidenta de la Comisión de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Cambio Climático, y detalló, ya no podrán capturarse ni reproducir estas especies, a menos que sea para fines de conservación.
Desde iniciado este siglo, comenzaron a tomarse estas medidas. Llegamos a esta que impactará la operación de nuestro Delfinario. No se cerrará, solo de modificar agenda. Pueden, por ejemplo, promoverse conceptos del proyecto original y solo lamentaríamos el cese de las delfinoterapias, de comprobada utilidad para mejoría de los pequeños receptores.
Le pregunté a Carlos Zataráin sobre este tema y pide esperar para fijar una posición formal, como cabeza que es del sector operador del Delfinario en la Comisión Estatal de Desarrollo Sustentable. Primero conocerá lo aprobado por el Senado, luego las modificaciones devueltas a los diputados y enseguida, diseñar el fin de la agenda actual con los simpáticos y bien educados ejemplares. Años, quizá.
Luego, cuando deban partir al cielo de los delfines, acudir a otras promociones. Eso aclararán en los próximos días.
Me extiendo: el Senado también modificó la Ley de Impuestos de Importación y Exportación. En materia pesquera, permitirá exportar carne de totoaba.
Peligroso ¿No? Aun aclarando que la carne del delicioso pez en riesgo de extinción y endémico del Alto Golfo de California, deberá provenir de su reproducción en estanques o corrales marinos. Pero, pues, la mula no era arisca.
La decisión es relevante para Sonora por su avance acuícola que ha permitido tener granjas donde se cría legalmente esta especie. La reforma impulsada por el senador Homero Davis, dice que solo la totoaba McDonaldi DE CULTIVO podrá ser exportada.
Y no será fácil, pues exigirá permiso de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, además de cumplir requisitos de la Norma Oficial Mexicana. Si es un pez de vida libre, seguirá prohibida la comercialización para evitar que la sobrepesca siga amenazando a esta especie.
El cultivo ya es viable en unidades de manejo especializadas y centros de investigación en Bahía de Kino, Hermosillo y Guaymas, donde entienden y protegen la sustentabilidad.
Al debatir, la senadora Lorenia Valles destacó la búsqueda de un aprovechamiento controlado, técnico y transparente de la especie y dejó ver lo que implica el combate el tráfico ilegal de vejiga natatoria —o “buche”—, por la cual el mercado asiático paga hasta 100 mil dólares por kilo.
Por eso hay mil historias de terror en torno a por qué la totoaba está riesgo, a partir de su pesca furtiva que hasta nos ha provocado sanciones internacionales.
Hizo énfasis: “no se permitirá ningún tipo de comercio con totoaba silvestre. Solo los ejemplares criados en cautiverio y debidamente marcados, con trazabilidad documentada, podrán salir del país”. El resto es protección ambiental y combate al tráfico ilegal. Debe precisarse quién y cómo hará esta tarea, pues sin recursos –ni voluntad–, cuanto hace hoy el Senado carecerá de sentido.
Para la senadora Valles, abrir la exportación bajo condiciones legales y científicas, consolidará a Sonora como líder nacional en acuacultura sustentable, con enfoque en la conservación y el aprovechamiento responsable de especies nativas como la totoaba.
EL CÁLIDO IMSS
Ayer reportaban fallas en la refrigeración en el anacrónico y saturado hospital General del IMSS.
Nada nuevo ni exclusivo, pero sí muy lamentable la irresponsabilidad manifiesta de sus directivos. Indagaré si se vale escribir sus nombres –de los irresponsables–, no sea que la ley me castigue por exponerlos a la ira del pueblo, en lugar de premiármelo por inducir responsabilidad, penita, para hacerlos trabajar.
En Ciudad Obregón ante situación similar –si le busca, en todo el país está igual–, la delegada en Sonora dijo que la institución se hará cargo de cambiar el sistema porque ya no sirve.
Vaya sorpresa para la derechohabiencia: ¿Se hará cargo? Pues ¿Quién si no?
Lo hará ya que demostró su falla, no cuando el encargado de mantenimiento dijo que ese equipo cumplió su vida útil y debían sustituirlo antes del arribo del calor.
Y así queremos que avance el proyecto del nuevo hospital en Guaymas, que supla al de la calle 10 inaugurado en 1959 para 50 mil habitantes. En 2019 anunciaron iniciarían la obra en 2020 y en 2022 operaría con 120 camas. Costaría 1,600 millones de pesos.
Hoy, sin trazas de iniciar, hablan de 90 camas y 3,200 millones. Y Zoé Robledo sigue dirigiendo con esas mentiras a la institución. Dudo que con la aprobación del pueblo.
VIGILA QUE AVANCEN LAS OBRAS
Sus colaboradores trabajan bien, pero no está de más acudir a ver los resultados de su tarea.
Por eso la alcaldesa Karla Córdova recorrió decenas de obras en marcha. Es seguimiento, dijo, a las acciones que desarrolla el municipio y, como eso es de urgencia al acercarse la temporada lluviosa, constató la limpieza de arroyos, donde en dos meses han retirado 446 toneladas de basura y escombro. Si, esa que tiramos todos, para que la comuna la recoja. Ni modo. Y falta.
Y da gusto saber que remodelan la alberca municipal –la vez anterior, la única, fue en el trienio de Carlos Zataráin–, entre otros trabajos que insisto, siguen transformando positivamente la ciudad.