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Itinerario/Miguel Ángel Vega

 

ZANJÓ AMLO LA OPORTUNIDAD DE SER EL MEJOR PRESIDENTE DE MÉXICO

EN AQUEL 2017 y los primeros meses del 2018, millones de mexicanos hartos de los latrocinios de gobiernos priistas y panistas, fuimos víctimas de una ilusión cuando surgió aquel ANDRES MANUEL LOPEZ OBRADOR, que prometía ser el mejor presidente de México. Y lo hacía con tal descaro y desfachatez, pero con la habilidad de mejor actor del mundo, de tal suerte que se lo creímos y no solo votamos por él sino que le promovimos el voto en nuestros trabajos, con nuestra familias, con nuestros vecinos, de tal manera que lo hicimos ganar con una votación histórica de más de 30 millones de votos a su favor, aunque era obvio que por las circunstancias del hartazgo, no todos los votos eran auténticamente para él, sino más bien eran votos de castigo para los malos gobiernos que habíamos tenido por 70 años del PRI y por 12 años del PAN.

Pero para nosotros, los ilusos, lo importante es que nuestro candidateo había ganado. Y más fe le agarramos cuando en su toma de posesión, refrendó muchos de los compromisos de campaña, como el respetar la división de poderes, el regresar los soldados a sus cuarteles, el bajar la gasolina a 10 pesos el litro, el serenar el país de la violencia incesante que desde entonces vivíamos con miles y más miles de muertos. Pero para nuestra desgracia, desde el primer día que se sentó en el sillón presidencial, como que le pasó lo que a los sapos y las ranas, al sufrir una metamorfosis que le cambió radicalmente su manera de pensar como presidente de la república, sobre sus acciones a realizar.

Y todavía con las acciones perversas que empezó le dábamos el beneficio de la duda, porque le teníamos fé y albergábamos la esperanza que esos errores fueran parte de los tiros de calentamiento como presidente de la república, en tanto se le asentaba el paso y ya ahora sí caminar trabajando cumpliendo todas sus promesas poco a poco, pero todo a favor de los mexicanos.

Sin embargo, cuando ya empezamos a dudar, fue en el caso del avión presidencial que se rifó, pero que no se rifó y al último lo tuvo que vender en una bicoca, cuyos recursos prometía destinarlos a la construcción de hospitales, pero nadie supo donde quedaron.

La segunda atrocidad que cometió y ya fue la que ahora sí empezamos a dudar de aquella maravilla de presidente de la república, que traíamos en la cabeza. Y le estamos hablando de la cancelación del Aeropuerto de Texcoco, que prometía ser la puerta de México al mundo, pero que además desahogaría la  sobre saturación del actual aeropuerto de la Ciudad de México con 900 vuelos diarios, donde ya había invertidos 140 mil millones de pesos en las obras, que fueron tirados a la basura de un plumazo, supuestamente porque había corrupción, pero a la fecha no hay un corrupto en el bote.

Pero eso no fue todo, porque como había compromisos contratados con las empresas constructores, se tuvieron que comprometer fianzas por un total de 160 mil millones de pesos, que tenemos entendido duraremos 20 años pagándolas. Pero el caso no termina ahí, porque el señor presidente ya traía la  “brillante” idea de construir el Aeropuerto Felipe Angeles en Santa Lucía.

Solo que la realidad nos echó por tierra las ilusiones de contar con un buen aeropuerto, que para empezar costó tres veces lo que indicaba el presupuesto original, que para llegar hasta donde se ubica se hace hora y media del cetro de la Ciudad de México y no lo quieren ni lo aceptan los pasajeros, ni las aerolíneas, es más ni los vendedores de churros y sabritas, porque está desierto, con menos de cien  vueltos diarios, que lo hacen totalmente inviable, al grado que no es ni autofinanciable, de tal suerte que actualmente lo estamos subsidiando, por lo pronto en el presupuesto de este año le destinamos 1,500 millones de pesos, todo lo cual nos indica que finalmente tendrá que terminar como un elefante blanco toda vez que seguramente algún gobierno tomará la decisión de cancelarlo por caro, inviable, inútil y para evitar más gastos innecesarios.

Pero a esta decisión del “súper presidente” le siguió la cancelación de las 10 mil guarderías, dejando a miles de madres de familia desamparadas por no tener donde dejar a sus hijos bebés para irse a trabajar. Ya para esas alturas, ya le teníamos casi toda la fe perdida pero todavía conservábamos una esperancita de que se reivindicara, sin embargo, de ahí le siguió la decisión no solo de dejar los soldados en las calles en el combate a la inseguridad que no han combatido, sino que les dio más de 200 tareas que no tienen nada que ver con sus funciones militares, creando la Guardia Nacional, que tampoco ha servido para maldita la cosa.