EL ZANCUDO
Por Arturo Soto Munguía
Bueno, señoras y señores, la gentrificación nos ha alcanzado.
Ahí muy cerca de la Capilla del Carmen, a un lado del parque Madero, se está proyectando la construcción de un edificio de departamentos. 20 pisos y ya hay algunos vendidos.
También allí, fue retirada la pieza escultórica que eterniza al joven ferrocarrilero que aquel domingo como a las tres de la tarde estaba, sin saber lo que vendría, acariciando a su madre, para luego volar en pedacitos por la dinamita que en el carro de atrás ya se le venía quemando.
La estatua, monumento, pieza escultórica o como quieran llamarle (ya es tema de los académicos), erigida en honor de Jesús García fue removida del parque Madero, frente a la casa del ‘Héroe de Nacozari’, que prefirió perder la vida y desoír el consejo de su compañero que le decía ‘Jesús vámonos apeando’, a salvar la vida de todo un pueblo.
Y se supone que será reubicada en el Cerro de la Campana donde compartirá la caca de las palomas junto con las antenas de las televisoras y el desmadre urbanístico en que se ha convertido ese cerro, porque el patrimonio cultural de Sonora puede esperar.
II
Todo muy bien con la remodelación del parque Madero, salvo por un pequeño detalle: en el proyecto se infringieron normas estatales, federales e internacionales al retirar una pieza escultórica en honor de Jesús García Corona obra de Julián Martínez Soto, un artista de origen español a quien debemos una impresionante catálogo de esculturas en Sonora y en México, entre las que se cuenta la del Pescador y los tres presidentes en Guaymas (Adolfo de la Huerta, Plutarco Elías Calles y Abelardo L. Rodríguez), y esos mismos personajes en el Bulevar Rodríguez en Hermosillo, donde también está Álvaro Obregón.
En el caso de la pieza escultórica de Jesús García, fue retirada por particulares contratados por el Ayuntamiento de Hermosillo sin una licitación como obra de gobierno, pero peor aún, sin considerar disposiciones legales en materia de conservación, protección y mantenimiento del patrimonio cultural, asignándole el trabajo de restauración a Marlon Balderrama, un arquitecto con carrera trunca que no tiene el perfil para realizar un trabajo de esa naturaleza.
Se hizo además sin consultar a las autoridades federales del INAH, del INBA; sin participación (que es obligatoria en estos casos) del gobierno del estado y sin una convocatoria que pudo haber llamado a especialistas nacionales e internacionales relacionados con el tema del patrimonio cultural de los pueblos.
Quien así lo sostiene es uno de los hombres que más sabe sobre el tema en Sonora, Tonatiuh Castro Silva, investigador del INAH; sociólogo por la Unison, titulado con mención honorífica en la maestría en Ciencias Sociales, especialidad en cultura y urbanismo por el Colegio de Sonora, con la tesis “Espacio, poder y cultura. Panopticismo y monumentos de Hermosillo”.
Es autor del libro “Hermosillo, boceto de su historia urbana”, así como de ponencias y artículos académicos y periodísticos sobre los procesos urbanísticos de la ciudad. Tiene experiencia como creador gráfico y curador de arte.
Castro Silva sostiene que en este asunto, el cronista de la ciudad, Ignacio Lagarda Lagarda, quien se asume como el principal asesor del alcalde Antonio Astiazarán en esta y otras materias, exhibió ignorancia del marco jurídico, especialmente del concepto ‘control de constitucionalidad’, pues justificó el retiro de la pieza y su posterior reubicación en el Cerro de la Campana apelando a una ley de 1966 que declara a Jesús García héroe preclaro de Hermosillo y mandata erigir un monumento en aquel lugar.
Sin embargo, Lagarda Lagarda no cotejó otras normas, particularmente la llamada Carta de Atenas que desde 1933 establece protocolos muy precisos para la restauración desde lo arquitectónico hasta lo ético; también ignoró la Ley de Conservación de Monumentos Históricos y Artísticos y Bellezas Naturales que data de 1931.
No se trata de ‘reubicar’ un monumento, sino de atender lo que establecen las leyes desde una perspectiva integral en la que no se puede entender una pieza escultórica de manera aislada, sino como parte del entorno social y urbano; el parque Madero, originalmente llamado Alameda tiene un valor histórico, cultural, urbanístico que data de la época colonial y ese entorno no se debe alterar por un proyecto que privilegia la gentrificación, ese proceso que estamos viendo en varias ciudades en las que sus habitantes originarios son desplazados por las exigencias del mercado inmobiliario y las expectativas comerciales, explica Tonatiuh Castro.
De hecho y a propósito de gentrificación, ya hay un proyecto para construir una torre de departamentos junto a la Capilla del Carmen, a un lado del parque Madero; sería un edificio de 20 pisos del que, se dice, ya hay departamentos vendidos.
El tema es especialmente polémico porque de acuerdo con el investigador del INAH, no se puede hablar de reubicación, sino del retiro de una pieza escultórica que es parte del patrimonio cultural de la ciudad y ese retiro podría tipificarse como un acto de vandalismo al violentar disposiciones estatales y federales en la materia.
El problema es que Lagarda Lagarda, dice, siempre ha apelado a instalar esa pieza en el Cerro de la Campana argumentado una disposición legal de los años 60 y convenció al alcalde Antonio Astiazarán de que así debería ser, pero están incurriendo en ilegalidades, sostiene Castro Silva.
Pero hay otras aristas. Por un lado, la indolencia de la comunidad de artistas y creadores que no se han posicionado al respecto cuando ellos mismos podrían ser objeto de la intervención de sus obras o validar que en un determinado momento la obra de reconocidos artistas sonorenses como Helga Krebs, Héctor Martínez Arteche, Ignacio Asúnsolo, Julián Revueltas, Francisco Castillo Blanco y muchos más sean removidas o ‘reubicadas’ sin considerar criterios de preservación del patrimonio cultural de los sonorenses.
Aún más: el Cerro de la Campana en el que se ordenaba erigir la escultura de Jesús García ya no es lo que era el siglo pasado. Hoy se encuentra intervenido por antenas de telecomunicaciones, un mirador escénico con un changarro de golosinas y una gran representación plástica de tipografía que abrevia la palabra Hermosillo (HMO) que ni siquiera es parte de la simbología oficial de la ciudad.
Jesús García tendría mucha competencia en el cerro, pues ya se aprobó una propuesta para instalar en ese cerro una iguana gigante cuyo prototipo fue presentado en una reunión del Patronato del Centro de Hermosillo, así que además de antenas, tendremos en el cerro de la Campana a Jesús García y a la iguana gigante compitiendo para atraer ese turismo deseoso de ver la nueva torre de departamentos en el bonito proceso de gentrificación del centro histórico de Hermosillo.
Apunten como autores intelectuales de este proceso al cronista de la ciudad, Ignacio Lagarda Lagarda y a su espadachín, Juan Carlos Holguín. Hay, en el patronato, voces disidentes, pero que son ahogadas porque lo que allí priva no tiene que ver con la conservación del patrimonio cultural, sino con el billete.
III
Nomás como colofón, la ley indica que el gobierno del estado tiene facultades para decidir sobre este tema, pero hasta donde se sabe, ni siquiera fue notificado.
Las instancias oficiales involucradas en este episodio de Jesús García contra Godzilla y que deberían posicionarse al respecto son el INBA, el INAH, el ISC y hasta la Comisión de Cultura del Congreso del Estado y la Barra Sonorense de Abogados.
Pero bueno, tampoco se les puede exigir tanto porque ahorita andamos con esa cosa de la definición de candidaturas de Morena al Senado en la que se apuntaron Lorenia Valles, Jorge Taddei, Heriberto Aguilar, Omar del Valle Colosio, Célida López, Marcela Zazueta y hasta el Polakas y Wendy Briceño.
Vaya, hasta Paloma María Terán se apuntó y ojalá que gane, porque con ese nombre tendría que lidiar fuerte con los albureros reporteros chilangos. Paloma María es del PES pero está haciendo su luchita, lo mismo que Ramón Flores, que es del PT y no tiene nada que hacer en esta contienda, pero ya con una regiduría que le tiren en Arivechi se da por bien servido.
En fin, mañana comentamos al respecto.
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