Por Mathieu Tourliere
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- En la recta final de su mandato como embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar marcó su distanciamiento con los gobiernos de la llamada Cuarta Transformación: los acusó de negar la realidad respecto a la inseguridad que impera en México, de echar la responsabilidad a gobiernos del pasado y a Estados Unidos por la situación de violencia, y de cerrar la puerta a la cooperación con su país por “razones ideológicas”.
“La estrategia de ‘Abrazos, no balazos’ no funcionó”, sentenció el diplomático durante una conferencia de prensa, en la cual no quiso abordar temas que no fueran de seguridad.
“Por muchos años se ha dicho que todo está bien en México, que hay seguridad, pero vemos Sinaloa, vemos Culiacán. Decir que no hay problema es negar la realidad (…) se ven problemas en otras partes de México, el asesinato del padre Marcelo en Chiapas; la verdad es que hay un problema muy grande en México”, abundó.
“No se puede quedar con explicaciones del pasado”, insistió el embajador, quien minutos después aseveró que “echarle la culpa a otros, a Estados Unidos como se hace muy claramente, no es lo que se requiere”, en un guiño a los reclamos de López Obrador y Sheinbaum, quienes atribuyeron a Washington la explosión de violencia en Sinaloa.
Frente a los reporteros, Salazar abandonó el tono conciliador que tuvo durante gran parte de su misión. Lanzó sendas críticas hacia el gobierno del expresidente Andrés Manuel López Obrador –al que acusó de bloquear un paquete de 22 millones dólares de su gobierno–, y advirtió a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo que aplicar recortes de “austeridad republicana” en materia de seguridad empeorará la situación.
“No se puede pagar a un policía casi nada y esperar que haga bien su trabajo”, aseveró el diplomático, quien insistió en que hay “mucha corrupción” en las corporaciones policiales, las fiscalías y los gobiernos estatales.
Salazar declaró que pone su “esperanza” en el éxito del gobierno de Sheinbaum en materia de seguridad, pero insistió en que lograrlo implicará invertir recursos en esa materia e implementar una cooperación “profunda” con Estados Unidos.
“Desafortunadamente esa coordinación ha fallado en el último año en gran parte porque el presidente anterior no quiso recibir la ayuda de Estados Unidos. Cerró la puerta a inversiones de 22 millones de dólares”, deploró.
Aunque moderó sus señalamientos hacia Sheinbaum, Salazar tuvo comentarios más amargos hacia López Obrador. Aseveró que la “pausa” en su relación personal, que el mandatario decretó al final de su sexenio, no derivó de las críticas del embajador hacia la reforma judicial, sino del tema de seguridad, que culminó con la captura de Joaquín Guzmán López e Ismael “el Mayo” Zambada por parte de las autoridades de Estados Unidos.
“La pausa en los esfuerzos operativos comenzó antes de 2024, no entiendo ni el por qué. Se me hace que, en parte, tras lo que pasó con Guzmán y el Mayo totalmente se cerraron la puerta del gobierno de Mexico. Nunca, nunca de parte del gobierno de Estados Unidos”, planteó.
Con esta postura crítica, Salazar inició el último tramo de su misión en México, que terminará con la toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, el próximo 20 de enero. En las próximas semanas, el embajador viajará a las fronteras norte y sur de México, donde hablará de otros temas centrales en la agenda bilateral, como la migración y la revisión del TMEC.
Salazar llegó a México en junio de 2021, con la misión de enderezar la relación entre el gobierno de Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador. Rápidamente asumió un papel protagónico en la vida pública del país, marcado por sus visitas regulares al entonces mandatario en Palacio Nacional, y por su relación fluida con la prensa mexicana. Hoy, de hecho, invitó a los reporteros a quedarse a tomar “una cervecita” en la residencia de la Embajada, en “agradecimiento del trabajo que hacen todos los días”.
En la mayor parte de su estancia en México, el embajador adoptó una actitud cuidadosa hacia la llamada Cuarta Transformación respecto a los temas más sensibles en la relación bilateral, como la migración, el combate contra el tráfico de fentanilo –incluyendo las capturas y extradiciones de líderes criminales– o los pleitos comerciales en materia energética. La relación con López Obrador se degradó después de sus críticas hacia la reforma al Poder Judicial y se rompió tras la captura de Guzmán y Zambada.
Sheinbaum, por su parte, anunció que su relación con la Embajada de Estados Unidos pasaría por los canales institucionales, es decir, a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores a cargo de Juan Ramón De la Fuente, quien tendrá que establecer el diálogo con el gobierno entrante de Trump.
TOMADO DE PROCESO.COM.MX