Por Alejandra Olay
Hermosillo, Son., 09 noviembre 2024 (Agencia Narrativas).- Con la emoción a flor de piel, el Grupo Tortuguero de Bahía de Kino se vio por primera vez en el documental “El llanto de las tortugas”, dirigido por Jaime Villa y producido por Victoria Arellano, durante la función especial realizada este viernes en la sala 5 de Cinemex MetroCentro Hermosillo.
El lugar se llenó de afecto y admiración al conocer la historia de Cosme Becerra y Mónica Esquer, una pareja de pescadores que transitaron de autodenominarse “predadores del mar” a “cuidadores” del mismo, a partir de un suceso que les marcó profundamente, llevándolos a sumergirse en un viaje familiar para salvar su modo de vida y el de su comunidad.
En la gran pantalla admiraron la cotidianidad de sus días, la convivencia, el miedo de ver partir a los hijos buzos, la espera, la preparación del lonche en la mañana, los perritos que ya no están en la familia, la belleza de las tortugas en sus manos cuando las monitorean, la nostalgia en la mar que huele y se ve diferente a otros años.
En la antesala a la proyección, las camisetas verdes y azules pintaron el paisaje de personas que acudieron al llamado de Jacalito Cine para ver el producto de un trabajo de nueve años, al que todavía le quedan meses de distribución estatal y nacional, para que la historia se conozca en centros culturales, bibliotecas públicas, plazas, universidades y salas de cine alternativas.
Los colores distintivos del Grupo Tortuguero se concentraron en los asientos centrales de la sala, donde hicieron carrilla al hermano, al hijo, a la mamá, a la abuela, a la hermana. Los “iuuuu” provocaron la risa de todas las personas que de vez en cuando les volteaban a ver para observar su reacción.
Gracias a la creación de este grupo comunitario ambiental encargado de proteger tortugas marinas de Bahía de Kino y de aquella lejana conversación de Jaime y Victoria mientras comían unos mariscos, este viernes sucedió la magia del cine documental que aborda temas necesarios sobre la conversación del medio ambiente. A diferencia de la reacción natural cuando concluye una película, en la sala de cine todas las personas permanecieron sentadas mientras salían los créditos llenitos de nombres y tareas que hicieron posible esta producción 100% sonorense.