AGUA EN SONORA: LEYES URGENTES Y CIUDADANOS IRRESPONSABLES
El pasado lunes, el diputado Omar del Valle Colosio, presidente (casi vitalicio) del Congreso del Estado de Sonora, nos acompañó en la reunión semanal del grupo de periodistas “Mesa Kiosco Mayor”.
Aproveché la ocasión para preguntarle directamente, en su calidad de presidente de la Comisión del Agua, sobre el papel que podría desempeñar el Congreso ante los estragos de la sequía que atravesamos. Específicamente, le cuestioné sobre las acciones legislativas para enfrentar la crisis que ya está afectando el suministro de agua potable en varias poblaciones de la entidad y que amenaza con severos racionamientos en la capital del estado.
Ante este panorama, el Congreso del Estado tiene en sus manos la posibilidad de marcar la diferencia mediante presupuestos, legislación y medidas de concientización. Sin embargo, hay un problema que ninguna ley puede resolver por sí sola: la indolencia de quienes siguen derrochando el agua sin el menor sentido de responsabilidad. De las respuestas del diputado llegamos a las siguientes conclusiones:
Un Congreso con Poder, pero… ¿Tendrá Voluntad?
El Congreso de Sonora tiene un rol clave en la gestión del recurso hídrico. Su capacidad de asignar presupuesto es fundamental para invertir en rehabilitación de pozos, construcción de nuevas líneas de conducción y mejoras en la eficiencia de los organismos operadores de agua. Además, tiene la facultad de legislar para promover el uso de aguas grises y tratadas en actividades productivas, así como impulsar la transición hacia cultivos menos demandantes de agua. En teoría, el Congreso puede garantizar justicia social en el acceso al agua y asegurar que el recurso se distribuya de manera equitativa y eficiente.
Pero de poco servirán leyes y presupuestos si la sociedad sigue actuando con indiferencia. Hermosillo cuenta con una de las tarifas de agua más bajas del país, lo que ha contribuido a una mentalidad de derroche. Mientras en muchas colonias el agua escasea, no faltan quienes riegan banquetas, lavan autos con mangueras abiertas y se dan el lujo de desperdiciar litros y litros del recurso que otros no tienen. Esta incongruencia es un reflejo de una cultura que necesita un cambio profundo.
Concientización: ¿Un Llamado al Viento?
La educación y la concientización sobre el valor del agua son responsabilidades que el Congreso puede fomentar, pero que necesitan un compromiso real de la ciudadanía. Se pueden organizar campañas, reformar leyes, aplicar sanciones más estrictas, pero si no hay una verdadera convicción social sobre la gravedad del problema, seguiremos en el mismo círculo vicioso.
El Congreso podría establecer tarifas diferenciadas que castiguen el uso excesivo del agua. También se pueden endurecer regulaciones para el uso de aguas tratadas en espacios públicos y promover la instalación de sistemas de captación de lluvia en las nuevas construcciones. Sin embargo, cualquier medida será insuficiente si no se acompaña de una ciudadanía dispuesta a cambiar sus hábitos.
Transición Hídrica: Un Desafío Necesario
Hablar de una “transición hídrica” implica dejar atrás un modelo de consumo irresponsable para adoptar prácticas más eficientes y sostenibles. Para lograrlo, es urgente que el Congreso legisle con visión de largo plazo, impulsando incentivos para el ahorro de agua en la industria, la agricultura y el uso doméstico. Se necesita una transformación en la forma en que se administra el recurso, priorizando la eficiencia y la rendición de cuentas.
Por otro lado, el sector agrícola también debe entrar en la discusión. No es posible seguir destinando la mayor parte del agua del estado a cultivos que requieren un alto consumo hídrico sin un replanteamiento sobre su viabilidad en un entorno de sequía extrema. Es responsabilidad del Congreso facilitar esta transición con apoyos, financiamiento y legislación que promueva el uso eficiente del agua en el campo.
Conclusión: Una Crisis que nos Involucra a Todos
El acceso al agua en Sonora es un tema que debe ser abordado con urgencia, tanto desde el Congreso como desde la ciudadanía. No se puede permitir que la falta de previsión y la indiferencia sigan agravando el problema. Si bien la asignación de recursos y la legislación pueden ayudar a mitigar los efectos de la sequía, el verdadero cambio debe comenzar en la mentalidad de cada ciudadano.
Es momento de entender que el agua no es un recurso infinito y que su manejo responsable es una tarea compartida. De lo contrario, el futuro de Sonora no será solo de sequía, sino de una crisis que lamentaremos no haber prevenido a tiempo.
Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.
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