IMPUNIDAD EN LLAMAS: LA HERIDA ABIERTA EL 5 DE JUNIO
Hoy hace exactamente 16 años que ocurrió en la capital sonorense la mayor tragedia infantil de que se tenga memoria en México. El incendio de la Guardería ABC, ocurrido el 5 de junio de 2009 en Hermosillo, Sonora, representa, sin duda alguna, una de las heridas más dolorosas en la historia reciente del país. El siniestro cobró la vida de 49 niños y dejó 106 heridos, todos entre cinco meses y cinco años de edad. Una generación truncada por la negligencia, la corrupción y el encubrimiento sistemático.
Desde su autorización, la Guardería ABC fue ejemplo de todo lo que está mal en la relación entre gobierno y particulares. Se instaló en una bodega sin condiciones adecuadas, cubierta con aislante de poliuretano, material altamente inflamable que convirtió el inmueble en una trampa mortal. Esa guardería, subrogada por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), fue autorizada sin inspecciones rigurosas, sin protocolos de seguridad y, lo más indignante, con la complacencia de las autoridades. Las omisiones no fueron accidentales: fueron la consecuencia de redes de complicidad, intereses familiares y tráfico de influencias.
Una de las propietarias de la Guardería ABC, Marcia Matilde Altagracia Gómez del Campo Tonella, es prima de Margarita Zavala Gómez del Campo, quien en ese momento era primera dama del país. Esta conexión familiar explica en parte el trato institucional que buscó minimizar el impacto político del hecho. Desde los primeros días, tanto el gobierno estatal de Sonora como el federal, encabezado por Felipe Calderón, maniobraron para mantener la tragedia en bajo perfil y evitar que escalara a un escándalo internacional. No fue omisión, fue protección cínica.
El encubrimiento no se limitó a los discursos: fue una operación de Estado. Felipe Calderón y su secretario de Gobernación, Fernando Gómez-Mont, desviaron las investigaciones, protegieron a los altos funcionarios involucrados y garantizaron que ningún miembro del círculo cercano al poder enfrentara consecuencias reales. La intervención fue tan deliberada que se negó a los niños sobrevivientes la posibilidad de recibir atención médica especializada en Estados Unidos, medida que pudo haber mejorado su pronóstico y, de paso, expuesto las graves carencias del sistema mexicano de salud pública. Se prefirió ocultar la verdad antes que incomodar al poder.
La impunidad es el sello de esta tragedia. A 16 años del incendio, los verdaderos responsables siguen libres. Propietarios, funcionarios de alto nivel y responsables del IMSS evadieron la justicia gracias a una maquinaria que privilegia las relaciones personales por encima del Estado de derecho. Ninguno de los implicados fue tocado ni con el pétalo de una rosa. La mayoría de las sanciones recayeron en empleados de bajo nivel, dejando intacta la estructura de corrupción que permitió el desastre. La justicia, en este caso, fue selectiva, insuficiente y profundamente insultante.
Mientras tanto, los padres de las víctimas siguen luchando contra el olvido institucional. Muchos de los niños sobrevivientes arrastran secuelas físicas y emocionales que aún requieren tratamiento. Y sus familias, en vez de recibir justicia y reparación integral, han enfrentado hostigamiento, indiferencia y burocracia. El Estado no sólo falló al protegerlos: también los revictimizó.
Cada aniversario del incendio ABC es un recordatorio del fracaso del Estado mexicano para proteger a su infancia. Pero también es una fecha de resistencia. Los padres y madres que han sostenido esta lucha no lo hacen sólo por sus hijos, sino por la memoria, por la verdad y por la esperanza de que algún día la justicia no sea un privilegio, sino un derecho. Han construido, con dolor y dignidad, una memoria colectiva que interpela a toda la sociedad.
La tragedia de la Guardería ABC no es un capítulo cerrado. Es una herida abierta en la conciencia nacional. Recordarla no es un acto de nostalgia, sino de responsabilidad colectiva. Porque en un país donde 49 niños pueden morir calcinados sin que nadie pague por ello, todos estamos en riesgo. Y porque, en una democracia digna, la impunidad no debería tener ni fuero ni parentesco.
Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.
Twitter: @fjespriella
Correo: felicianoespriella@gmail.com