SONORA: CAPITAL MUNDIAL DEL ESPEJISMO TURÍSTICO
El 31 de julio pasado, el chat de comunicación del gobernador Alfonso Durazo Montaño repartió optimismo a raudales: Sonora, dijo, ya se consolidó como destino turístico de clase mundial gracias a proyectos como La Sauceda, el malecón de Huatabampito y el Delfinario. Según sus cifras, más de 3.2 millones de visitantes dejaron 2,400 millones de pesos en seis meses. El problema es que, comparadas con verdaderos polos turísticos como Cozumel —que en el mismo lapso recibió más de 2.4 millones de cruceristas y atrae mega inversiones por cientos de millones de dólares—, las cuentas de Durazo parecen más un espejismo de verano que una realidad palpable.
“Como el gobernador evidentemente no conoce a Dios, a cualquier Santo se le hinca, y ahora quiere darle a los sonorenses la comunión con ruedas de carreta, pintándonos un ‘boom’ turístico que estamos a años luz de alcanzar”. Sí, esa podría ser la apertura perfecta para el último brindis triunfal del gobernador Alfonso Durazo Montaño, quien asegura haber convertido a Sonora en un destino turístico de clase mundial. ¡Qué generoso! Si alguien nunca compró boletos para ese “clase mundial”, que me preste su brújula.
Porque vamos por partes: según el mandatario, 3.2 millones de visitantes llegaron a Sonora en el primer semestre de 2025, dejando más de 2,400 millones de pesos en derrama económica. Qué maravilla: cifras sacadas… de dónde, es el misterio. Dudo que ese dinero haya salido del aparato digestivo del pez tilapia pescado en la presa del “Novillo”, pero si no hay auditores que lo firmen, suena a alcancía mágica.
El rey de la promoción alardea de proyectos como el Centro Histórico de Hermosillo, La Sauceda, el Malecón de Huatabampito, el Delfinario y el Estero El Soldado. Destinos que, sinceramente, en el catálogo internacional de “wow” turístico estarían en la página 20,763, justo después de “gasolineras pintorescas en Siberia”. ¿Modelo de destino? Vamos, ni siquiera un destino museo.
Ahora, digamos la verdad dolorosa: Sonora no es –ni lo fue, ni lo será– un destino turístico de clase mundial. Y decir lo contrario es como afirmarse que tienes un Chevrolet Impala 1969 en tu cochera cuando solo tienes una móndriga bicimoto de campaña.
En contraste, pongamos los pies donde realmente olfatea a dinero: Cozumel. Esa isla parece tener imán para turistas: cerró 2024 con 4.623 millones de cruceristas, un récord histórico que supera por lejos lo que dice Durazo para todo Sonora y en seis meses, ojo. Solo recuerda: eso es un solo puerto, una sola isla.
Cozumel fue, según datos globales de 2024, el cuarto puerto de cruceros más transitado del mundo. Cada mes aterrizan miles de barcos y junto a ellos llegan turistas que gastan en buceo, tiendas, restaurantes y nuestras artesanías, mientras Sonora solo presume un malecón endeble o un delfinario de aficionado.
¿Inversiones? En Cozumel, Royal Caribbean invirtió más de 75 millones de dólares para construir el Royal Beach Club, que abrirá en 2026, algo que –aunque suene humilde– supera por mucho la “inversión” en pintar guacatones de colores en Hermosillo.
Pero esperen, no es todo: Royal Caribbean apuesta a la grande con una inversión total superior a los 1,000 millones de dólares, entre el Royal Beach Club Cozumel y el complejo Perfect Day México en Mahahual, que abrirá en 2027. Eso sí es un tsunami turístico, no una gota de pintura en un malecón.
Además, durante el primer semestre de 2025, México recibió 5.6 millones de pasajeros de cruceros, con Cozumel y Mahahual al frente. Cozumel solo sumó unos 2.4 millones en ese periodo. Y esto mientras Durazo presume cientos de miles en Sonora.
Para cerrar con broche de oro sarcástico: gobernador Durazo, hasta un crucerista que pisa Cozumel sin bajarse de la toalla sabe que ese “boom turismo clase mundial” suena más como un globo de helio barato que explota al contacto con la realidad.
Así que, la lección es clara: mientras Sonora vende chiflada ilusión con cifras sacadas del sombrero, destinos como Cozumel respaldan su prestigio con millones de visitantes reales, mega inversiones y proyectos dignos de primer mundo. El OLOR A DINERO, gobernador, no está en el desierto ni en el delfinario: está en el Caribe… y huele a millones de dólares. ¡Salud por los espejismos!
Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima