Olor a Dinero/Feliciano J. Espriella

HomeColumnas de Opinión

Olor a Dinero/Feliciano J. Espriella

 

EL REFUGIO QUE LA MISOGINIA CANCELÓ

La cancelación del comodato de un inmueble destinado a albergue para mujeres en Hermosillo exhibe la indolencia y misoginia del poder político en Sonora, donde la violencia de género sigue siendo una tragedia cotidiana sin refugio ni justicia.

La cancelación del comodato de un inmueble rehabilitado por el Ayuntamiento de Hermosillo —que estaba a punto de convertirse en un albergue para mujeres víctimas de violencia— es mucho más que una decisión administrativa. Es un acto de crueldad política. Un mensaje brutal del poder hacia las mujeres: “su seguridad no importa”.

Porque ese espacio no era simbólico: era real, tangible, necesario. En un estado donde cada día se denuncia violencia intrafamiliar, donde las madres temen por sus hijas, y donde la justicia llega tarde o nunca, la existencia de un refugio significaba esperanza. Y su cancelación, una sentencia.

Sonora es, lamentablemente, un territorio hostil para las mujeres. De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH 2021), el 71.6 % de las sonorenses de 15 años o más ha sufrido algún tipo de violencia: física, psicológica, sexual o económica. Esa cifra, por sí sola, debería bastar para que cada autoridad se levantara de su silla y actuara con sentido de urgencia.

Pero no lo hacen. En 2024, Sonora registró 21 feminicidios, y las muertes violentas de mujeres aumentaron 33 % durante los primeros meses de 2025. Cada cifra es un nombre, una historia truncada, una vida que el Estado no supo —o no quiso— proteger.

A pesar de esa realidad, el gobierno estatal decidió cancelar el comodato del inmueble que iba a servir como refugio. No se trataba de un edificio abandonado ni de un gasto injustificado: era un proyecto social rehabilitado con recursos públicos y municipales, un espacio digno para recibir a mujeres y niños que huyen del horror doméstico.

El acto tiene una carga simbólica terrible: se despoja a las víctimas del último espacio que podía ofrecerles resguardo. Y lo hace un gobierno que presume sensibilidad social mientras actúa con frialdad burocrática.

Este episodio confirma lo que muchos observadores perciben desde hace tiempo: Sonora sigue siendo un estado profundamente misógino, gobernado hoy por el mandatario más insensible ante la violencia de género en la historia moderna de la entidad. Sus declaraciones, omisiones y políticas muestran una mirada patriarcal, desconectada de las urgencias sociales.

Y si volteamos atrás, el panorama tampoco mejora: la única mujer que ha gobernado Sonora dejó intactas las cifras infames de violencia y feminicidios. Ni una política pública transformadora, ni un cambio estructural, ni una red eficaz de refugios. Su paso por el poder fue indiferente al dolor de las mujeres.

El resultado es un escenario lúgubre: una sociedad que normaliza el miedo y una autoridad que administra el silencio.

Cuando un gobierno decide cancelar un albergue, revela sus verdaderas prioridades. No se trata de presupuestos, ni de tecnicismos legales: es la decisión política de negar refugio a quienes más lo necesitan. De decirles que no hay lugar para su llanto ni para su reconstrucción.

La violencia de género no se combate con discursos, sino con refugios, atención psicológica, acompañamiento judicial y protección real. Pero en Sonora, en lugar de fortalecer esos mecanismos, los destruyen.

Por eso este hecho duele tanto: porque detrás de esa cancelación no hay solo un edificio vacío, sino una política de indiferencia que perpetúa la impunidad y el sufrimiento.

El poder misógino se disfraza de legalidad para encubrir su desprecio. Y cuando el poder decide arrebatar un santuario, confirma que el enemigo no está solo en los agresores, sino también en quienes debían proteger.

En Sonora, las mujeres siguen esperando justicia. Pero mientras el gobierno siga negándoles un techo, una voz y un lugar seguro, lo único que tendrán asegurado será el miedo.

Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.