Olor a Dinero/Feliciano J. Espriella

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Olor a Dinero/Feliciano J. Espriella

 

SI NO CONOCES EL TEMA…MEJOR CÁLLATE

Hace unos días circuló profusamente en redes sociales una tabla supuestamente elaborada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), donde se mostraban los “pronósticos” de crecimiento económico para el primer trimestre de 2025. Argentina aparecía como la campeona del crecimiento con 5.5%, seguida de Guatemala y República Dominicana, mientras México ocupaba el penúltimo lugar con -2.6%.

El problema no fue la tabla, sino lo que vino después: una ola de burlas, memes y comentarios triunfalistas, celebrando el “fracaso” de la economía mexicana y la “superioridad” de los gobiernos de derecha.
Lo grave es que nadie se tomó la molestia de leer qué era lo que realmente decía el informe, ni mucho menos de verificar si esos números eran reales.

No lo eran.
Eran pronósticos. Y además, del FMI, que en los últimos años ha sido tan errático en sus predicciones sobre México que hasta podría competir con las adivinadoras de ferias. En varios ejercicios recientes, sus proyecciones han diferido más de dos puntos porcentuales respecto a los resultados finales.

Recibí esa tabla en cuatro grupos de WhatsApp —todos de periodistas—, y en ninguno encontré un solo comentario que advirtiera que se trataba de una estimación. Ninguno.
Más bien, el tono era alegre, jubiloso: “para que aprendan los populistas”, “ahí está su 4T”, “Argentina nos dio una lección”. El ánimo no era informar, era joder.

Y mientras dudaba si valía la pena escribir sobre algo tan trillado y evidente, me encontré en X (antes Twitter) con un video de un connotado priísta, miembro del actual consejo estatal de su partido, a quien por el aprecio que le tengo, me reservo su nombre, pero no justifico su nivel de desinformación.
En su publicación escribió: “En 2025 mientras Argentina, Guatemala y República Dominicana crecen arriba del 4 y 5%, México apenas alcanza un 0.2%, y el FMI advierte que caeremos en números rojos”.

Lo vi, escuché y pensé: (ofrezco disculpas por mi francés), ¿Cómo es posible soltar tantas pendejadas en tan poco tiempo? Y fue justo eso por lo que me decidí a abordar el tema en esta entrega.

Porque no se trata de un caso aislado. Se trata de un patrón de desinformación con premeditación, alevosía y ventaja. Y no son sólo los políticos de oposición, hay una multitud de informantes y opinólogos que presumen oficio, se pavonean con sus camaritas y micrófonos, pero no verifican lo que no entienden y no contrastan ninguna información. Les llega, y tal cual la reciben, la lanzan a Internet y las redes. Difunden lo que no comprenden, opinan de lo que no saben, y luego se indignan si alguien les señala el error.

Revisemos los resultados: México no decreció en el primer trimestre. Tampoco creció, es cierto, pero se mantuvo estable pese a los aranceles de Trump y a la caída de 0.5% de la economía norteamericana.
En el segundo trimestre, el PIB mexicano repuntó 0.6%, un resultado modesto pero sólido considerando el entorno.

Y Argentina, la del supuesto 5.5% de crecimiento, hoy enfrenta una realidad completamente opuesta: una contracción prevista para este año de -1.6%, según el Banco Mundial, producto del brutal recorte del gasto público y del desplome del consumo.

Así que no, el FMI no tuvo razón. Y tampoco quienes usaron su pronóstico como arma política.
Pero ahí estaban, los mismos de siempre: comentócratas, opinadores de café y “expertos” de redes sociales, sacando conclusiones ideológicas de un dato que ni siquiera entendieron, el cual, por tratarse de un pronóstico para un período ya transcurrido, era obsoleto.

La economía no es tema sencillo. No todo el mundo tiene por qué dominarla, pero si no sabes lo que significa un pronóstico, una estimación o una tasa anualizada, lo mínimo es no pontificar sobre ello.
Porque el periodismo —aunque algunos lo olviden— no consiste en repetir lo que suena bien a tus filias, fobias políticas o tus lectores. Se trata de informar con rigor, no de “joder” con entusiasmo.

El verdadero daño no lo hace el error individual, sino la suma de miles de desinformaciones amplificadas por quienes deberían saber más.
Y cuando eso ocurre, no solo se degrada la conversación pública: se degrada el periodismo mismo.

Así que sí, lo repito con todas sus letras y sin suavizar el tono:
Si no conoces el tema… mejor cállate.

Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.