JUDITH ARMENTA GANÓ LA LOTERÍA SIN COMPRAR CACHITO
A lo largo de la historia, Sonora ha sido pródigo en la producción de personajes qué, para decirlo coloquialmente, ‘ganaron la lotería sin comprar cachito’. Acabamos de ser testigos de un nuevo suceso que puede enmarcarse en ese contexto con el encumbramiento de Judith Armenta Cota como dirigente estatal del partido en el poder: Morena
Una aclaración antes de desarrollar el tema. Utilizo esta metáfora para identificar el arribo a posiciones de alta relevancia o de poder a personajes que con anterioridad a su encumbramiento no se les consideraba dentro de la gama de posibles titulares, pero de ninguna manera pretendo afirmar que no tuvieran méritos para ello y mucho menos que una vez en el ejercicio de sus responsabilidades no hubieran cumplido con el encargo, aunque esto último no es válido para todos.
El más prominente, sin lugar a duda, es el Dr. Samuel Ocaña García, quién como presidente del PRI estatal, el día 1º de enero de 1979 se presentó ante el presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Carlos Jongitud Barrios, para recibir línea acerca de quien sucedería a Alejandro Carrillo Marcor en la gubernatura del Estado.
A la final por la candidatura habían llegado el C.P. Francisco Vizcaíno Murray y un sujeto con un fuerte tufo a corrupción que respondía al nombre de Salomón Faz Sánchez, a la sazón líder nacional de los pequeños propietarios, quien capitaneaba un grupo numeroso de ganaderos y latifundistas que eran conocidos nacionalmente como “Los Búfalos” y amigo íntimo del presidente José López Portillo y Pacheco.
Obviamente que el entonces presidente se inclinaba por su amigo Salomón, sin embargo, dicen que cuando ya había tomado la decisión de favorecerlo, algún malintencionado le hizo llegar un enorme expediente en el que con pelos y señales le relacionaba una larga cadena de acciones delictivas de su contlapache, por lo que lo tuvo que bajar del caballo. Sin embargo, también aseguran que cuando el presidente de tan triste memoria le comunicó a su amigo del alma lo anterior, éste, ejerciendo su derecho de veto, le pidió que evitara la llegada de Vizcaíno.
Por lo anterior, cuando el Dr. Ocaña llegó ante Jongitud Barrios, éste le comunicó que la decisión del dedazo se la daría el mismísimo presidente, para lo cuál ya se le había agendado una audiencia para ese mismo día.
El resto de la historia es ampliamente conocida. Samuel Ocaña gobernó Sonora de 1979 a 1985. Por el respeto y el aprecio que me merece, será de el único personaje del que daré una opinión: es un extraordinario ser humano que afortunadamente todavía se encuentra con nosotros y fue un excelente gobernador, que permanece en el recuerdo, cariño y reconocimiento de los sonorenses.
Otro sonorense, aunque no oriundo de la entidad que tuvo el premio mayor sin comprar cachito, fue el Lic. Alfonso Castellanos Idiáquez quien llegó a la rectoría de la Universidad de Sonora en un contexto inesperado. Su designación inicial como rector provisional en 1973 ocurrió tras la renuncia de su predecesor, el Dr. Federico Sotelo. Posteriormente, su candidatura para un período completo surgió de manera natural al estar ocupando ya la rectoría.
Aunque existen varios casos similares, me referiré a sólo uno más: el del alcalde hermosillenses Casimiro Navarro Valenzuela. Este personaje, de ser prácticamente un desconocido en la capital sonorense, derrotó en las urnas al candidato del PRI Arq. Enrique Flores López, quién, además de ser ampliamente conocido, de alguna manera lo arropaba el reconocimiento de los resultados obtenidos por su compañera de partido y alcaldesa en funciones, Dra. Alicia Arellano.
Casimiro Navarro Valenzuela fue alcalde de Hermosillo durante el periodo de 1982 a 1985. Su triunfo en los comicios municipales representó un momento significativo en la política local, ya que se convirtió en el segundo alcalde emanado del Partido Acción Nacional (PAN) en la capital sonorense. Se dio en el contexto del inicio de la consolidación del PAN como una opción competitiva en Hermosillo que reflejaba un movimiento nacional hacia mayor pluralidad política y alternancia, marcando un punto de inflexión en la política local.
Toca el turno ahora a Judith Armenta ocupar una posición para la cuál no movió ni siquiera un dedo y que le cayó prácticamente del cielo, cuando por algún ‘designio misterioso’, casi casi equiparable a un milagro, bajaron de la contienda por ‘quítame esas pajas’, a Wendy Briceño Zuluaga, quien había realizado una muy extensa y exitosa campaña en pos de la presidencia estatal del partidazo del en el gobierno.
En ese contexto, de la ahora favorecida por los astros no puedo opinar absolutamente nada, pues antes de saltar a la fama, para mí, era una ilustre desconocida.
Lamento que el dedo mayor haya cambiado de dirección tan intempestivamente, pues me parece que Wendy tenía ideas y proyectos para consolidar a Morena, y que lamentablemente por este dedazo, el partido descendió a la ignominiosa posición desde la que se hundieron los prianistas.
Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.
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