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MADRID, (EUROPA PRESS). – Un estudio realizado por un equipo del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y publicado en ‘Nature Communications’ sugiere que hacer la primera o la última comida tarde se asocia a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, concretamente desayunar tarde aumenta un seis por ciento el riesgo cardiovascular y cenar tarde un 28 por ciento.
Este hallazgo se ha obtenido tras el seguimiento de una muestra de 100 mil personas entre 2009 y 2022 y también muestra que un ayuno nocturno de mayor duración se asocia a un menor riesgo de enfermedades cerebrovasculares como el ictus. Los resultados sugieren la importancia del horario y el ritmo de las comidas diarias para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo, según el estudio ‘Global Burden of Disease’, con 18,6 millones de muertes anuales en 2019, de las cuales alrededor de 7,9 son atribuibles a la dieta. Esto significa que la dieta desempeña un papel fundamental en el desarrollo y la progresión de estas enfermedades.
El estilo de vida actual ha dado lugar a hábitos alimentarios específicos, como cenar tarde o saltarse el desayuno. Además de la luz, el ciclo diario de ingesta de alimentos (comidas, tentempiés, etc.) alternado con periodos de ayuno sincroniza los relojes periféricos, o ritmos circadianos, de los distintos órganos del cuerpo, influyendo así en funciones cardiometabólicas como la regulación de la presión arterial, apunta el estudio.
La crononutrición está surgiendo como un nuevo campo importante para comprender la relación entre el momento de la ingesta de alimentos, los ritmos circadianos y la salud.
Los resultados muestran que realizar la primera comida más tarde en el día, como cuando se salta el desayuno, se asocia a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, con un aumento del seis por ciento del riesgo por hora de retraso. Por ejemplo, una persona que come por primera vez a las 9 de la mañana tiene un seis por ciento más de probabilidades de desarrollar una enfermedad cardiovascular que otra que come a las 8.
En cuanto a la última comida del día, comer tarde (después de las 9 de la noche) se asocia a un aumento del 28 por ciento del riesgo de padecer enfermedades cerebrovasculares, como el ictus, en comparación con comer antes de las 8 de la noche, sobre todo en las mujeres. Por último, una mayor duración del ayuno nocturno -el tiempo transcurrido entre la última comida del día y la primera del día siguiente- se asocia a un menor riesgo de enfermedad cerebrovascular, lo que respalda la idea de realizar la primera y la última comida del día más temprano.
El equipo científico utilizó datos de la cohorte francesa NutriNet-Santé, el 79 por ciento eran mujeres, con una edad media de 42 años, para estudiar las asociaciones entre los patrones de ingesta de alimentos y las enfermedades cardiovasculares. Para reducir el riesgo de posibles sesgos, tuvieron en cuenta un gran número de factores de confusión, especialmente sociodemográficos (edad, sexo, situación familiar, etc.), la calidad nutricional de la dieta, el estilo de vida y el ciclo de sueño
Estos resultados, que deben reproducirse en otras cohortes y mediante estudios científicos adicionales con diseños diferentes, ponen de relieve el papel potencial del horario de las comidas en la prevención de las enfermedades cardiovasculares y sugieren que adoptar el hábito de hacer la primera y la última comida más temprano con un periodo más largo de ayuno nocturno podría ayudar a prevenir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.