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El Juglar de la Red/Rafael Cano Franco

 

VAMOS DE NUEVO

CONTRARIO… a lo que opinan algunos, en este espacio consideramos que los pasados seis años que gobernó Andrés Manuel López Obrador fueron de más oscuros que claros; más allá de que hay aspectos positivos que deben destacarse, como las pensiones y los apoyos sociales, al final de cuentas no solamente fueron insuficientes, también nos regresaron a la presidencia paternalista, nos devolvieron al ya superado “papá gobierno proveerá”.

El populismo fue la nota central del gobierno que terminó y la cerrazón al diálogo una de las herramientas para imponer el modo unipersonal de gobierno: no se trataba de México, todo era Andrés Manuel.

Pero él ya se fue, terminó su sexenio en medio de escándalos, pero también con el aplauso de los suyos y el repudio de los demás.

Corresponde ahora a Claudia Sheinbaum Pardo enseñarnos su muy particular modo de gobernar o confirmarnos que más allá de ella, tras bastidores, estará otro poder que se va a imponer y le impondrá desde dichos hasta acciones.

Su discurso de toma de posesión y sus cien compromisos, vamos a considerarlos como un listado de buenas intenciones que deberá ser evaluado cada cierto tiempo para establecer su complimiento o un catálogo de mentiras que se oyeron bonito al inicio de su gobierno.

Ella es la mujer y presidente más votada en la historia de México, eso supondría que tiene un amplio bono democrático, pero paradójicamente no es así; en realidad llega acotada y rodeada por hombres y mujeres que responden a un proyecto político muy similar al de ella, pero que definitivamente no es el de ella.

Eso sí, tiene las herramientas para que su gobierno sea de gran trascendencia e impacto; no hay manera de echarle la culpa al pasado, ni tampoco puede recurrir al socorrido “me dejaron un cochinero”, aunque esto puede ser cierto.

Tiene para sí todo el Poder Legislativo, en ambas cámaras tiene mayoría calificada y con eso garantiza una gobernabilidad que en mucho le va a ayudar; pero al mismo tiempo ese gran poder genera la tentación de cambios radicales que no tienen un consenso social mayoritario.

Como militante de la izquierda deberá ser muy cuidadosa de la radicalización ideológica, pero igual tendrá que demostrar congruencia con sus luchas del pasado para armonizarlas con las del futuro y no ser vista como una simple convenenciera; en este punto hay que ver el uso que haga de las fuerzas armadas, esas a las que la izquierda acusó de la matanza de Tlatelolco o del “Halconazo”, esas mismas que fueron protagonistas en el caso de los 43 de Ayotzinapa y esas mismas que vieron como uno de sus ex secretario de SEDENA fue detenido en Estados Unidos.

Pero igual tiene un compromiso con el combate a la pobreza, más allá de que la narrativa “obradorista” los puso en el centro de la atención, la verdad es que los hizo crecer como nunca en los sexenios neoliberales, ahora son 50 millones de mexicanos los que se encuentran en esa condición.

Claudia Sheinbaum encuentra un país con instituciones dinamitadas, con un poder Ejecutivo sobrepuesto a los otros dos, el fantasma de una presidencia imperial, como las que tanto se generan en América y que se alejan de las izquierdas democráticas de Europa es un temor que subyace en el pensamiento de muchos mexicanos.

Tiene frente a si los grandes retos de recomponer la imagen internacional de México, de combatir la inseguridad pública y eliminar la concepción muy extendida que tenemos un “narco estado”; está obligada a mejorar las condiciones de salud de los mexicanos, pero con actos y no demagogia.

Lo más importante: debe gobernar para todos y con todos, no para los suyos y exclusivamente con los suyos.

Los votos que logró no garantizan nada de lo anterior, es menester que sean sus acciones la que vayan marcando un rumbo claro y dejar en el pasado a su sucesor para que sea ella la que pueda conseguir un poco de la trasformación que el sexenio pasado nos quedó a deber.

El asunto es que su margen de maniobra para no equivocarse es limitado y esta es la gran diferencia de hace seis años.

LA COMUNICACIÓN DEL TOÑO… Hay quienes consideran que uno de los grandes éxitos de Antonio Astiazarán Gutiérrez fue el excelente trabajo de comunicación social que realizó en su primer período de tres años, algo que no es fácil por lo costoso y la diversidad comunicativa que existe.

Derivado de ese éxito se esperaba que conservara parte de ese equipo que le dio tantos y tan buenos resultados, pero en lugar de eso, dio un giro sustancial e hizo cambios en todas las áreas de comunicación social del Ayuntamiento.

Se sabía que Madeleine Bonnafoux no repetiría y que llegaría un nuevo o nueva titular, como finalmente sucedió con Ivone Andrade; pero no se esperaba la salida de Jorge Hoyos, quien realizó un trabajo excepcional y fue uno de los operadores de Toño Astiazarán, no solamente en la parte institucional, también como operador en campaña.

En lugar de Jorge Hoyos ahora despacha Eduardo Alvarez, muy cercano a Ivone Andrade y con quien ya hizo mancuerna a su paso por Comunicación Social del Gobierno del Estado en tiempos de Claudia Pavlovich, pero más allá de que ambos tienen los argumentos para los cargos, no puedo dejar de considerar que se cometió un error.

Los clásicos del béisbol dicen que no se cambia una alineación con la que ganas, pero esto es justamente lo que sucedió.

Hay muchas versiones respecto a la voz que fue escuchada para promover este cambio, algo que ya de entrada deja la sensación del pago de cuotas y no premio a la lealtad y la eficiencia; pero indistintamente de eso, aquí lo importante son los resultados y en ese aspecto, hasta el momento el área de comunicación social del Ayuntamiento no es capaz de presentarse, algo que ya de entrada deja una mala sensación.

Y no es que sean desconocidos, es que ese es su trabajo; es parte de su actividad constante, tener contacto con medios, con comunicadores, con periodistas, con todos aquellos que puedan incidir en construir una buena imagen del Ayuntamiento; pero han estado muy ocupados en otras actividades y se olvidaron de su labor sustancial.

Mis respetos para Jorge Hoyos, no solamente hizo un excelente trabajo, fue con mucho un puente comunicativo cuya experiencia y constancia evitaron muchos desaguisados que pudieron ser catastróficos para el Ayuntamiento de Hermosillo y para el proyecto que terminó por cristalizar la reelección de Toño Astiazarán.

Ojalá que el nuevo equipo sepa atender y entender el enorme compromiso que asumieron.

OJALÁ LE VAYA BIEN A SONORA… Nuestros mejores deseos para que al gobernador Alfonso Durazo le vaya mejor con la presidente Claudia Sheinbaum de lo que le fue con López Obrador; no solamente se trata de que sean del mismo partido, sino de que entre ambos existan coincidencias en los proyectos prioritarios de Sonora.

Esperemos que sea una realidad el impulso al Plan Sonora de Energías Sostenibles, que a la fecha es más saliva que resultados; deseamos que la carretera Chihuahua-Guaymas tenga el apoyo requerido en presupuesto para que sea la artería vial que permita ese vínculo comercial que tanto se requiere.

Por supuesto nada sería mejor que se concretara esa propuesta de la construcción de un tren de pasajeros que comunique Sonora con el resto del país y que llegue hasta Nogales, sería un gran impulso a la movilidad de las personas y hasta podría ser un nuevo atractivo turístico.

Pero a la par de lo anterior también deseamos que a los Ayuntamientos les vaya bien, que les repongan los recursos para seguridad pública, que los apoyen para bachear calles, que vuelva un “municipalismo responsable” para que la primera autoridad pueda atender las demandas ciudadanas.