SALVEMOS ESTA “JOYA HISTÓRICA”
En medio del vértigo noticioso que sacude a diario nuestras conciencias —política que divide, inseguridad que agobia, economía que aprieta—, a veces conviene detenerse un momento para mirar lo que permanece. Lo que resiste el paso del tiempo, no por inercia, sino por la voluntad de quienes creen en la memoria como cimiento de la identidad.
Este 2025, la Sociedad Sonorense de Historia cumple medio siglo de existencia. Cincuenta años dedicados, silenciosamente, pero con constancia admirable, a conservar y difundir el pasado que nos define. Una institución que no solo ha albergado documentos, libros y exposiciones, sino también ideas, debates, generaciones enteras de historiadores, investigadores y ciudadanos curiosos por comprender de dónde venimos.
Para conmemorar esta trayectoria, la Sociedad prepara un simposio del 25 al 29 de noviembre, con la cultura del noreste mexicano como eje temático. Será también el marco para presentar un libro con la historia de la institución, elaborado por uno de sus fundadores: el profesor Armando Quijada, un referente de la historiografía regional.
Pero celebrar el pasado también requiere mirar con sensatez el presente. La casa que resguarda a la Sociedad —la Casa Uruchurtu, ubicada en Rosales 123, en el Centro de Hermosillo— es un edificio histórico que hoy reclama atención urgente. Sus paredes cargadas de memoria muestran el desgaste del tiempo: el auditorio Armando Hopkins necesita que se restauren sus 180 butacas; las puertas, infestadas por termitas, deben ser restauradas con criterios patrimoniales; el piso de entrada, levantado por raíces, representa un riesgo para los visitantes; y en varias áreas la humedad y el deterioro avanzan con sigilo.
Mantener un recinto así no es barato ni sencillo. La Sociedad subsiste gracias a un modesto subsidio estatal y a pequeñas cuotas de sus actividades. Y por eso, hoy apela a la conciencia colectiva y a la generosidad de los sonorenses. Porque esta casa, aunque con nombre propio, es de todos. Es de quienes valoran la historia no como adorno, sino como herencia y compromiso.
La presidenta de la Sociedad, la Dra. Pamela Corella, compartió recientemente estos desafíos al grupo de columnistas que integramos la Mesa Kiosco Mayor, y nos pidió algo más que difusión: nos pidió apoyo. Por eso, desde este espacio, invito a lectoras y lectores a sumarse a la campaña “Amigos de la Casa Uruchurtu”, un esfuerzo noble que busca reunir fondos para remozar este recinto cultural.
Las aportaciones pueden ser del monto que cada quien desee, pero se han previsto reconocimientos especiales:
Quienes donen entre 3,000 y 5,999 pesos recibirán un pin conmemorativo del 50 aniversario y su nombre será publicado en medios y redes antes del simposio.
Quienes aporten 6,000 pesos o más, además de los reconocimientos anteriores, verán su nombre grabado en una placa conmemorativa que se colocará en la entrada del auditorio.
La mecánica de donación es sencilla y accesible, a través de los canales oficiales de la Sociedad Sonorense de Historia. En breve, se estarán habilitando medios digitales y contactos directos para facilitar cada aportación, por pequeña que sea. Porque aquí no se trata de montos, sino de compromisos. Del valor simbólico de levantar la mano y decir: “esto vale la pena”.
Mucho se habla hoy de identidad, de orgullo regional, de rescatar lo nuestro. Pues bien: aquí hay una causa concreta, tangible, urgente. La historia también necesita ladrillos, madera, barniz y voluntad. Y cada peso donado será un voto por la memoria, un acto de amor a Sonora.
Hagamos historia, otra vez. Pero ahora, con las manos.
Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.