LA SEGUNDA GENERACIÓN…
BIEN DICEN QUE segundas partes nunca fueron buenas… de seguro aplicará para una Claudia Sheinbaum quien el día quince de este mes recibirá la constancia como presidenta electa de México.
Lógica simplista, al menos en un corto plazo.
Los chairos lograron identificarse con un López Obrador que durante más de una veintena de años se acostumbraron a la forma de ser del tabasqueño. De allí sus encuestas y el perdón por su mal gobierno.
Pasar la estafeta pegará duro en la querencia de las mujeres y hombres obradoristas que, de entrada, no aceptarán segundas partes por más que diga Amlo que será la mejor presidenta del mundo. Es reticencia natural.
Tardarán su tiempo en resignarse a la nueva modalidad que impondrá Sheinbaum quien hasta hoy se caracteriza por su parquedad, falta de empatía y simpatía. La vara está muy alta para quien quiere, pero no puede, parecerse y ser como el Macuspano.
En automático ocurrirá un impasse en el que habrá descontrol por los ajustes propios del cambio de poder que repercutirá hasta en el legislativo, razón por lo cual las veinte iniciativas de Amlo para generar el llamado Plan C no se aprobarán todas como quiere, antes de su salida el próximo primero de octubre.
La reticencia y aceptación de Claudia como presidenta conllevará críticas ácidas pues su estilo de gobernar será diferente y ya ha vivido recelos, sobre todo por quienes manejan la comunicación del presidente y los llamados grupos duros, de tal manera que cuando habló de cambiar el formato de las mañaneras y ante el levantamiento de cejas, le obligaron posteriormente a desdecirse.
Ese modelo comunicacional personalizado de Claudia, se intuyó que de alguna manera afectaría las reuniones del gabinete de seguridad que de lunes a viernes a las seis de la mañana se realizan en Palacio Nacional. Tal vez por ello hace seis días el presidente compartió por primera vez en su sexenio cómo son tales eventos poco antes de la tradicional conferencia de prensa diaria. Se mostró el formato completo.
Por cierto, López Obrador y el malquerido Omar García Harfuch se reunieron por primera ocasión ayer temprano con lo cual se le otorgó el visto bueno como el mandamás en materia de seguridad al ser el brazo derecho de la presidenta electa y ante la falta de nombramiento del nuevo secretario de Sedena que está en pausa.
Claudia se ha estado reuniendo con gobernadores a quienes le ha asegurado la construcción de obras, una o dos por Estado pues sabe que el presupuesto del 2025 fue acotado por un López Obrador que quiere que continúen sus obras insignes con lo cual le amarra las manos a la nueva presidenta quien suelta compromisos que sabe muy bien que serán difíciles de cumplir. Pero, una vez sentada en la silla ya se verá cómo sale de esas responsabilidades de palabra que aceptó.
A su vez, en el necesario ajuste con el nuevo gabinete, los ojos del país observarán los cambios naturales de protagonismo pues ante el férreo control personalizado del tabasqueño –quien no dejó que ninguno de los secretarios brillara con luz propia y a quienes aplicó la ley mordaza–, habrá personajes que por sí mismos cuenten con los atributos para hacerse escuchar por la prensa: Monreal, Ebrard, el mismo Mario Delgado, entre otros, quienes traen el gusto de los reflectores en las venas.
La segunda generación de nuevos hacedores del país traerá su propio juego, estilo e intereses que aprovecharán en todo momento para acarrear agua a su molino por lo menos en el tiempo que logren estar en una posición de avanzada.
Uno de los pasteles políticos que tanto les interesará será el partido Morena que será dirigido por Luisa María Alcalde, incondicional de Amlo y a quien Ricardo Monreal y otros, mañosamente, le dieron su visto bueno. La, hasta ahorita secretaria de Gobernación, para nadie es un secreto su falta de talento en lides de la política y tendrá su primera prueba de fuego en junio del 2025 cuando se realicen el cambio electoral de los ayuntamientos de Veracruz y Durango.
Sin embargo, según la politóloga Carolina Muñoz Cano, a diez años de su fundación, Morena no ha sido capaz de generar consenso con otras fuerzas porque no los considera necesarios y se resiste a valorar la pluralidad y enfrentará el reto de dejar de depender del liderazgo de López Obrador quien quiere que sea un partido de Estado y tener el monopolio del poder político para suprimir cualquier oposición, e incluso que existan otros partidos. ¿Lo logrará? El tiempo dará la respuesta.
El otro gran pastel será la generación de la nueva corrupción en la cual cuentan con cobijo únicamente los hijos del presidente en una historia muy mascada, pero que deberán dar paso –en caso dado–, a los futuros nuevos ricos del pueblo quienes a su vez crearán fortunas inmensas propias vía sus allegados pues las candidaturas a gobernador son caras y habrá cambios en 16 estados en 2027.
¿Cuánto tiempo durará ese ajuste de rieles entre los que se van y los que vienen?, eso dependerá de Claudia Sheinbaum y no de López Obrador quien se quedó acostumbrado a los aplausos y reflectores que son una droga difícil de superar.
EN FIN, por hoy es todo, mañana le seguimos si Dios quiere.
Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorando en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en Organizaciones…
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