EL SANTO PADRE Y LOS HIJOS DEL CHAYOTE
Mientras el mundo despide con respeto al Papa Francisco, en México los carroñeros de siempre aprovechan su muerte para sacar provecho. Ni el luto ni la decencia detienen a quienes han hecho del oportunismo su credo y del chayote su dogma.
Mientras en buena parte del mundo los hombres y mujeres con mayor jerarquía política expresan su pesar por el fallecimiento del Papa Francisco, destacando su labor humanitaria y el amor que siempre manifestó por los más desposeídos, los “buitres” —que nunca faltan frente a una tragedia— ya comenzaron su carroñera labor para sacar raja política del acontecimiento.
La ultraderecha global, más por cálculo que por recato, seguramente celebra en privado la partida de quien consideraban un “izquierdoso” cercano a comunistas y desarrapados. Pero sus esbirros no esperaron ni a que se enfriara el cuerpo del Santo Padre para empezar a utilizar su muerte como arma contra aquellos a quienes consideran sus enemigos ideológicos.
En ese tenor, uno de los críticos más deleznables de la 4T y del obradorismo, Raymundo Riva Palacio, firmó ayer una de sus joyitas envenenadas bajo el título “La muerte que convino a Palacio”. Según su interpretación, la visión progresista del Papa Francisco chocaba con la supuesta frialdad conservadora del presidente López Obrador, frialdad que —¡faltaba más! — se habría contagiado también a su sucesora, Claudia Sheinbaum.
Riva Palacio presenta el fallecimiento del pontífice como un respiro político para el régimen mexicano, incómodo, dice él, por las críticas de Francisco al populismo y por su preocupación ante el “retroceso democrático” en México. Y como buen conspirador de sobremesa, sugiere que la muerte del Papa abre además una ventana estratégica para que el gobierno influya en la elección de su sucesor. Casi casi lo pinta como si Palacio Nacional estuviera operando en las sombras del Vaticano.
Pero lo más grotesco —y ya es mucho decir viniendo de él— fue su intento de interpretar la supuesta filosofía papal. En un acto de prestidigitación editorial, el mismo que sirvió de tapete a cuanto régimen prianista le ofreciera un hueso o un sobre manila, escribió con absoluta desvergüenza: “México era uno de los países en donde tenía grandes preocupaciones. Consideraba a López Obrador como uno de esos populistas que llevaban al país a la autocracia, y en el Vaticano pensaban que sería igual con Sheinbaum.”
¡Válgame el Señor! Además de corrupto, Riva Palacio ahora se nos revela como lector de mentes en tiempo real. Desde su columna, no solo habla por el Papa muerto, también por el Vaticano entero. Tiene línea directa, al parecer, con San Pedro y con los analistas geopolíticos celestiales.
Quizás como ejercicio de nado sincronizado —o simplemente por no quedarse atrás en el concurso de mezquindades— otro conspicuo integrante de la “cofradía del chayote”, Carlos Loret de Mola, también decidió sacarle provecho al lamentable fallecimiento del Papa. Fiel a su estilo, no desaprovechó la ocasión para endulzarle los oídos a quienes le mueven los hilos.
En su columna publicada ayer en El Universal, bajo el título “Francisco, el antigobierno”, utilizó el infausto suceso como pretexto para arremeter —por millonésima ocasión— contra Andrés Manuel López Obrador. En uno de sus párrafos escribió: “AMLO llegó al poder en 2018 y, a distancia, se topó con varias declaraciones del papa que pusieron en entredicho el discurso mentiroso y triunfalista del presidente mexicano. El expresidente intentó usar varias veces al papa Francisco para diluir las críticas que recibía del clero mexicano: desdeñaba a los obispos de México que le reclamaban la violencia y el autoritarismo, diciendo que él sólo escuchaba al papa Francisco, que él sí era un buen hombre.”
¡Vaya cinismo! Hasta un carroñero de la misma calaña, Javier Milei —quien como presidente electo de Argentina llamó al Papa “zurdo hijo de puta” y “representante del maligno en la casa de Dios”— tuvo, ante la muerte del Pontífice, la mínima decencia de guardar silencio, compostura y respeto. A pesar de su historial de insultos, Milei expresó su “profundo dolor”, resaltó la “bondad y sabiduría” de Francisco, decretó siete días de duelo nacional y anunció su asistencia al funeral en el Vaticano.
Pero claro, las aves de carroña siempre obedecen a sus instintos. Lo suyo no es el respeto ni el pensamiento: lo suyo es la podredumbre. Y eso, justamente, es lo que hicieron Riva Palacio y Loret de Mola. Se lanzaron sobre el cadáver todavía tibio del Papa para intentar alimentar —una vez más— su enfermiza narrativa contra un gobierno que no pueden controlar, ni entender, ni perdonar.
Quizá lo más revelador de todo esto no sea el oportunismo de estos personajes —eso ya lo traen tatuado en la frente—, sino el nivel de desesperación que exhiben. Tan carentes están de credibilidad y argumentos que necesitan colgarse hasta de la sotana de un Papa muerto para intentar ganar una pizca de autoridad moral. Pero ni eso les alcanza. Porque mientras millones de personas en el mundo despiden con respeto y gratitud a un hombre que hizo del Evangelio una defensa de los pobres, estos mercenarios del teclado solo confirman lo que son: voceros del rencor, escribanos del privilegio herido y, por si quedaba duda, sepultureros de la decencia.
Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.
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